No la abandones.

31.05.2017. Redacción / Opinión.

Por: Laura Zerpa Sánchez

Está a punto de llegar el verano, ¡por fin¡ Llevamos esperando impacientes el periodo de vacaciones y ya lo tenemos casi todo planificado y bien organizado.

¡Qué bien lo vamos a pasar esa semana o dos semanas de desconexión total en familia¡

El problema es el maldito perro. Se lo compré a los niños en Navidad porque se encapricharon cuando lo vieron en la tienda de animales y ahora no le hacen ni caso. Ya tiene 8 meses, ha crecido un montón y es un lío. En casa lo muerde y lo mea todo, no se está quieto y suelta pelos por todas partes. Si salimos y lo dejamos solo se pone a llorar y le ladra a cualquier desconocido que nos viene a visitar. Un descontrol total. Encima tenemos que sacarlo a pasear todos los días para que haga ejercicio y yo no tengo tiempo, y no te imaginas lo caro que es un saco de pienso, ese bicho come por tres, me gasto medio sueldo en él…

No tengo a nadie con quien dejarlo y no voy a gastarme ni un céntimo en llevarlo a un albergue y recogerlo a la vuelta. Es grande y está gordito así que no creo que tenga problemas en buscarse la vida él solito. Los niños ni siquiera notarán que se ha ido, les podemos decir que se quedó la puerta abierta y él se escapó. Seguro que estará bien. Pero es importante que lo dejemos lejos de casa, porque los vecinos lo pueden ver y devolvérnoslo otra vez, o peor: él mismo puede recordar el camino de vuelta a casa y aparecer de nuevo en el jardín…

Un pensamiento cruel, ¿verdad?

Pues muchas personas lo tienen y peor aún: lo llevan a cabo todos los veranos. Miles y miles de mascotas son abandonadas durante esta época del año y en la mayoría de los casos no existe un final feliz para estos pobres animales.

Recuerdo una vivencia personal de hace un par de años: íbamos a la ciudad mi pareja y yo en el coche y él iba conduciendo por la autopista. Era un día muy caluroso y se acercaba la hora del almuerzo. De repente un coche que iba más adelante se paró en el arcén, abrieron una de las puertas traseras y agarraron a un pequeño perro al que, tras echar del coche, dejaron tirado en medio de la autopista sin agua, sin comida, sin amparo, sin nada. Ellos arrancaron el coche y aceleraron sin mirar atrás. Pudimos ver al pobre animal intentando correr sin saber a dónde. No sabía si seguir a su familia por la carretera o huir de los ruidosos y peligrosos coches que pasaban a escasos metros de sus patas.

Este es sólo un ejemplo de tantos casos que ocurren en nuestro país.

Existen albergues que funcionan como verdaderas guarderías perrunas. Llevas a tu mascota, pagas el servicio y sabes que estará muy bien atendido el tiempo que tú estés de vacaciones. Cuando vuelves lo recoges y ya está. Es así de simple.

Siempre he considerado que tener un perro, un gato o cualquier otro tipo de mascota es una responsabilidad enorme y que debería ser casi equiparable a la responsabilidad que entraña el hecho de tener un hijo. Al fin y al cabo, tienes que velar por su salud, vacunarlo, alimentarlo, hidratarlo, asegurarte de que haga ejercicio y sacarlo a pasear para que tome el aire y pueda sociabilizar con otros animales. Tienes que darle cariño y pasar tiempo con él. Incluso debes educarle para que aprenda a no morder los muebles, a no ladrar a los desconocidos o a sentarse cuando se le pide. Por supuesto que tener un hijo es algo mucho más complejo y está a otro nivel. Pero para algunas personas, su mascota es realmente como su hijo y lo tratan como tal, ofreciéndole todos los lujos y caprichos que se merece.

Porque es un animal, sí, pero tiene sentimientos, te quiere, te defiende, te acompaña, te ofrece su apoyo incondicional y siempre te será leal.

¿Acaso se merece el desprecio de abandonarlo sin más por una o dos semanas de vacaciones?

Tú para él eres su única familia y significas mucho.

¿Qué es él para ti? ¿Un mero capricho pasajero? ¿Algo de lo que te puedes deshacer sin más? ¿Sólo un enorme gasto de dinero?

No lo abandones en la calle. Si ya no lo quieres o no puedes cuidarlo llévalo a un centro de acogida y ofrécele la oportunidad de ser feliz con otra familia que sí lo pueda cuidar y que esté dispuesta a brindarle todo su amor.

No lo abandones en el coche, a 40, 50 o 60 grados, con las ventanillas cerradas, sin agua ni comida, aunque sólo vayas a estar un minuto en el supermercado. Porque ese minuto se puede alargar y el sufrimiento del pobre animal encerrado puede tener un final fatal.

Son animales pero tienen sentimientos y perciben el desprecio. Se sienten tristes y lloran de pena cuando esa familia tan adorable que les recibió con los brazos abiertos en navidades ahora lo tiran en un terreno y se dan a la fuga sin motivo alguno.

Si tienes una mascota y este verano te vas a ir de vacaciones, recuerda:

¡No la abandones¡

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