27.03.2017. Redacción / Opinión
Por: Grego Calzadilla
Todas las personas, así como todas las situaciones y todas las pruebas que nos encontramos en esta vida ya han sido pactadas por nuestra alma y nuestro Yo Superior antes de llegar aquí. También esos pactos se extienden hacia otros seres, los cuales nos sirven de “maestros” y herramienta para poder vencer los obstáculos que debemos franquear. Antes de nacer, ya han sido pactados y “firmados” infinitud de “contratos” entre almas que necesitan aprender y evolucionar mutuamente.
Siempre que tengamos un conflicto, sea tanto familiar, social, laboral o sentimental con cualquier otro Ser que se nos cruce en el camino o con el que convivamos un tiempo determinado, tiene encerrado un aprendizaje para la evolución de nuestra alma y de la suya.
A grandes rasgos, todos los retos más importantes que necesitamos superar aquí están diseñados y trazados al comienzo de nuestra existencia. Es como una gran partida de ajedrez que debemos jugar para al final salir
victoriosos y triunfantes. Y como en cualquier juego que se lleve a cabo, donde también hay implicados otros muchos jugadores, se convierte en una excitante aventura de respeto mutuo, progreso y superación personal.
En ese mágico tablero vital, unas veces nos tocará ser el “Rey” o la “Dama” y nuestra misión será dirigir y aconsejar, otras nos tocará ser la “Torre”para proteger y resguardar a otros, otras el “Caballo” para ayudar y empoderar, y otras muchas nos corresponderá afrontar la batalla con valor y coraje como “Peón”. Pero en ninguna de las posiciones que nos encontremos seremos más o menos importantes, porque todas las piezas son necesarias
para que la partida tenga lugar.
Todos los estados, todos los enfoques, todas las perspectivas nos proporcionarán experiencia y conocimiento, y nos enseñarán a ver este juego como una hermosa manifestación de vida con múltiples matices dentro de la Creación.
Estamos aquí para divertirnos con la partida, para disfrutar del camino, del aprendizaje y de la interacción con los demás jugadores, que son nuestros compañeros de juego, no nuestros rivales. Y son ellos, muchas veces también, nuestros grandes maestros, porque gracias a su diferente punto de vista aprendemos nuevas técnicas y formas de encarar la jugada, ayudándonos a superar nuestros obstáculos emocionales y nuestros mayores
temores e inseguridades.
Todos nos beneficiamos del juego aplicando nuestras habilidades y experiencia adquirida, sea tanto de esta vida como de otra anterior, y mutuamente nos enriqueceremos cada vez más y mejor para beneficio de todos.
¿Entonces, por qué sufrimos tanto y nos llenamos de dolor?
El sufrimiento y el pesar tienen lugar cuando nos comenzamos a olvidar de que la vida es una emocionante aventura, y la creemos una sangrienta batalla librada a muerte contra todos los demás. Cuando nuestro ego nos convence de que no son nuestros compañeros de juego sino nuestros crueles enemigos. Cuando les ofendemos y denigramos si nos toca ser “el Rey” y a ellos “el Peón”, o cuando les criticamos, censuramos y desacreditamos si son ellos los que están arriba y nosotros en una posición inferior. Cuando son nuestros miedos e inseguridades los que mandan, en lugar de nuestro corazón…
No permitas nunca que tu mente se extravíe y tu mirada se nuble, que tu razón se perturbe y tu esencia se pierda. No sucumbas jamás ante la oscuridad de la noche del alma. Porque incluso, en esa misma noche, si no
te olvidas de quien eres, si recuerdas que eres sólo luz y permaneces despierto, serás capaz de encontrar tu propio brillo entre las tinieblas; y podrás reconocer tu propia inmortalidad, tu divinidad, tu fuerza interior y tu coraje labrados labrados a fuego en la indescriptible belleza de las estrellas del firmamento.