18.10.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No es la primera vez que estoy terminando de escribir un comentario en mi PC (personal computer) y, como por arte de magia, al pulsar equivocadamente una tecla, el contenido del mismo desparece de la pantalla y, por mucho que me empeñe en recuperarlo, se torna en una tarea imposible.
A uno le queda un mal sabor de boca, porque estas cosas fastidian bastante, sobre todo si escribes con cierta prisa, porque a una determinada hora tienes una cita ineludible y prácticamente no tienes tiempo de volver a elaborar el artículo, con lo que no te queda más remedio que dejarlo para otra ocasión.
Cuando ocurre algo similar en cualquier redacción periodística, los profesionales hablamos de los duendes de imprenta, pero yo escribo reposadamente en mi despacho y no creo que en mi vivienda hayan duendes ni fantasmas, aunque todo es posible y cualquiera sabe.
Si les confieso la verdad, cansado como estoy de referirme al vergonzoso y parece que interminable "procés catalán", que ya me tiene hasta la coronilla, estaba escribiendo sobre la tortilla de papas, ese delicioso plato típico nuestro, con el fin de desintoxicarme de tantas cuestiones políticas que están de actualidad por culpa de políticos tan mediocres como ineficaces.
A lo largo de mi vida nunca he conocido a nadie a quien no le guste una tortilla y, en cambio, sí he visto en multiples ocasiones como muchas personas disfrutan comiéndose una tapa a media mañana en la cafetería de la esquina, con un cortado, un café y leche o un refresco.
No digamos nada del placer que se siente cuando tenemos la oportunidad de saborear de un trozo o de un bocadillo de tortilla de papas durante una excursión al monte o después de un refrescante baño en cualquier playa isleña.
Se me hace la boca agua al acordarme de mi niñez, cuando mi madre nos preparaba las fiambreras con tortillas cuando salíamos un día por ahí y tras una larga caminata sólo pensábamos en la comida que portábamos en nuestras mochilas y en beber un buen trago de agua... A veces somos felices con pequeños detalles.
¿A quién de ustedes no le gusta una tortilla bien hecha?