Nicaragua, al borde de la guerra civil

21.07.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Eternizarse en el poder es muy perjudicial. Esa sensación la tenemos en Canarias, con CC, o en Andalucía, con el PSOE, dos ejemplos muy cercanos, porque al final los gobernantes se apropian de las propias instituciones y creen que son unas propiedades particulares, en las que pueden hacer y deshacer a su antojo.

Si saltamos de continente y nos vamos a la América colonizada hace cinco siglos por la Corona de Castilla, estamos asistiendo a ejemplos similares de larga permanencia en el poder, pero nada comparables con algunas regiones españolas como este Archipiélago atlántico --.donde parece misión imposible apartar de las instituciones a Coalición Canaria, que es capaz de pactar con el diablo con tal de continuar decidiendo a su antojo lo que le viene en gana--, porque los casos de Venezuela o de Nicaragua son cruentos y han costado ya la vida de centenares de personas, muchas de ellas inocentes.

Nicaragua vive estos días unos momentos muy convulsos, con casi cuatrocientas víctimas mortales en las ultimas semanas, porque gran parte de la ciudadanía está en contra de Daniel Ortega, aquel revolucionario sandinista, que logró acabar con la dictadura de la familia Somoza y que con los años se ha convertido en otro dictador asesino, de supuesta ideología marxista, que no está dispuesta a adelantar las elecciones que reclama el pueblo.

Tanto en la querida Venezuela como en Nicaragua, se han calcado los hechos producidos en la revolución castrista en Cuba, hace ya sesenta años, y es que parece que la lucha contra el capitalismo atroz convierte a los líderes de extrema izquierda en auténticos dictadores, que no quieren saber nada de diálogo democrático ni quieren atender las demandas populares, como si estuvieran todos ellos en posesión de la verdad absoluta.

Lo peor de todo es que estas antiguas colonias españolas, donde abunda la pobreza, se han convertido en países paupérrimos, donde se reparte simplemente la miseria, y al final quien sufre todas estas consecuencias es el propio pueblo, inmerso en una fractura social tremenda, porque las posturas de ambos bandos se radicalizan y, como pasa actualmente en Managua, la población está a punto de sufrir una guerra civil, por otro lado nada deseable.

Y encima asistimos a un silencio execrable de la comunidad y de los organismos internacionales, porque parece que al gran capital estos países poco importan. Y cometen la estupidez e irresponsabilidad de mirar hacia otro lado. ¡Pobre mundo¡

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