02.01.2018. Redacción / Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Aunque ustedes no se lo crean, mientras están leyendo estas líneas, miles de personas en su ciudad de residencia están jugando ahora mismo a distintos desafíos gratuitos que ofrecen las redes sociales. Personas de todas las edades, sobre todos niños y jóvenes, pero también centenares de adultos y, sobre todo queridos amigos y amigas que están en la tercera edad y que se distraen varias horas al día con la tableta, el teléfono móvil o los ordenadores portátiles y fijos.
Si han hecho un viaje recientemente en avión o en barco, habrán observado cómo muchas personas, desde sus respectos asientos, se distraen durante las respectivas travesías jugando al "Candy Crush", el más famoso y extendido en el mundo y a otros jueguitos por el estilo, que se basan en los tradicionales tres en raya y a veces de muy difíciles soluciones, según los niveles que se van alcanzando progresivamente y que se van haciendo más complicados cada vez, porque si bien la oferta es, como digo, gratuita, luego te dan comodines, muletas y ayudas diversas, a cambio de pagar unos pocos euros, que es donde está el negocio.
No es malo jugar un rato al día, porque son juegos deductivos, de lógica, que hacen trabajar a nuestras neuronas y contribuyen a que nuestro cerebro esté activo, pero lo malo es que muchos son altamente adictivos y muchos usuarios se pueden convertir en auténticos ludópatas y ahí está el verdadero peligro, porque este divertimento puede transformarse en un mal hábito, como una verdadera droga, y enganchar fuertemente y hacer que se gaste un dinero del todo innecesario.
Lo explico de esta forma, porque conozco a una amiga a la que le llegó una elevada factura telefónica, sin esperarlo, por lo que reclamó, hasta que se aclaró que un hijo de ella, sin saberlo, se entretenía en un juego y pedía comodines para avanzar en los distintos niveles y para ello facilitaba el número del móvil.
Uno, que ya es mayorcito, se limita a jugar hasta donde puede llegar y lo que sí hago es enviar "vidas" a otros usuarios conocidos que me las solicitan, una vez "muertos" por acabárseles los "créditos", y si les confieso la verdad, empleo todos los días casi media hora en responder a las numerosas solicitudes de personas que ni ustedes se imaginan.
Me parece que, en el fondo, todos somos como niños y disfrutamos como tales con estos nuevos artilugios informáticos, que no tuvimos en nuestra infancia y adolescencia, lo cual me parece fantástico, porque todos, incluidos los adultos y los ancianos, tenemos derecho a entretenernos y a divertirnos, para atenuar las amarguras y disgustos que se nos presentan en el acontecer diario.
Pero sí hay que advertir que lo poco gusta y que de lo que se abusa termina por cansar. Así que le ruego a mis amigos y conocidos que se tomen estos juegos como eso, un divertimento pasajero, y que no se obsesiones con superar los distintos niveles, porque cualquier obsesión no es recomendable y, además, por ese intento innato de superación, nos podemos llevar un disgusto cuando lleguen las facturas de teléfono o los recibos mensuales de las tarjetas bancarias de débito y/o de crédito. No debe facilitar ningún dato personal por Internet. Avisados quedan, amables lectores.