19.04.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
El asesinato a sangre fría y por encargo (¿de quién?) del empresario Machín Quintero, un herreño de 51 años residente en La Laguna, sucedido el pasado lunes por la noche en los aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas, en el barrio de La Verdellada, ha llamado la atención de la población isleña por muchos motivos, entre otros por el modus operandi de los pistoleros que acabaron con su vida y que no han dejado prácticamente rastros de su aborrecible actuación delictiva, así como por las extrañas circunstancias que rodean este caso.
La víctima mortal había estado relacionada durante años con actividades comerciales que tienen que ver con el ocio nocturno de la ciudad, en el llamado "Cuadrilátero" y en calles cercanas al campus central de la Universidad de La Laguna, como la avenida de la Trinidad, y en particular como socio del polémico abogado Evaristo González Reyes, de quien era considerado su "mano derecha" en estos negocios, y de quien se alejó hace aproximadamente unos siete meses para emprender un nuevo rumbo empresarial que, al parecer, tenía que ver con la importación y fabricación industrial de botellas de plástico.
Machín fue absuelto por la Justicia de un presunto delito de deudas con la Seguridad Social en el llamado "caso Corredor" y no estaba citado a declarar el próximo 7 de mayo en la Audiencia Provincial como se ha afirmado en algunos medios de comunicación. Pero sí cabe resaltar que el referido asunto judicial tiene aún varias piezas separadas por resolver y que tienen que ver con presuntas estafas encadenadas que afecta a una red relacionada nada más y nada menos que con 38 empresas distintas.
La principal incógnita radica en conocer el verdadero motivo del encargo de asesina a balazos a este empresario herreño, un hombre normal, de apariencia tranquila y que no llevaba ningún ritmo vida por encima de sus posibilidades económicas.
Está claro que la ejecución del crimen estaba perfectamente planificada y que los autores del asesinato conocían las costumbres de la víctima al dedillo. Eso entra de la lógica en este tipo de delitos, porque los ejecutores son verdaderos "especialistas", por lo que la Policía se enfrenta a un caso muy difícil de resolver, sin duda.
Como ciudadano a mí no me preocupa tanto la ejecución material del crimen, que también, sino de quién partió la idea de matar a este hombre y por qué. Creo que ahí radica el verdadero misterio que tienen que resolver y aclarar los investigadores de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, porque todos necesitamos saber los motivos de este suceso tan excepcional como insólito que se ha producido en Tenerife.