24.05.2021 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Los tiempos cambian de una manera acelerada, la digitalización nos engulle por doquier, perdiendo en muchas ocasiones, personalidad, identidad e intimidad. Casi todo está al descubierto, es más, se sabe más de lo que no debería conocerse, que de lo que verdaderamente nos interesa como ciudadanos. Las noticias falsas se han impuesto gravemente, asumiendo como cierto, lo que son rumores interesados, revelaciones mal intencionadas, crónicas ideologizadas o sucesos poco creíbles. Las redes sociales, se han convertido en un verdadero campo de batalla de contendientes en todos los ámbitos, pero especialmente, en la política, donde sus representantes, se insultan, agreden verbal o sencillamente se denigran, dando un mal ejemplo y convirtiendo la vida social en un ring permanente de lucha entre contrarios. Es el frentismo como norma de conducta, donde no hay término medio, entre el blanco y el negro, sino colores divergentes, que van desde los azules a morados, verdes, rojos, naranjas y amarillos. Ni un buen pintor, podría hacer la mezcla oportuna para sacar adelante un color unificado, para aquellos asuntos de interés general. Todo se lleva a la tremenda, buscando la crispación continuada, desacreditando al que piensa diferente, desprestigiando su honor y ya no digamos, difamando y calumniando. Algunos parecen que son pirómanos, prendiendo fuego todos los días, en cualquier asunto a dilucidar. Así es imposible la convivencia pacífica, que permita con serenidad, arreglar lo desconchado. Al contrario, sólo se valora la confrontación y el odio. Tampoco se trata de llegar a lo que dijo Sigmund Freud, “si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”. A lo mejor, sumando un poquito de humildad por parte de todos, vendría de maravilla para cambiar este ambiente asfixiante, estresante e incómodo.
Hace pocos años, tampoco tantos, cuando un político proclamaba públicamente una promesa electoral o de cualquier otro tipo, si después no la cumplía, la frase pertinente era, “con sólo ir a la hemeroteca, ya comprobamos que no ha cumplido”. Ahora no hace falta perder el tiempo yendo a la biblioteca pública, mirar la ficha, pedir el ejemplar del periódico correspondiente, esperar y después sacar una fotocopia, para demostrar la falacia cometida, ahora tenemos los videos que permanentemente inculpan a los mentirosos, por fuerte y fea que suene la palabreja. Se ha impuesto la democracia trolera, donde algunos responsables públicos, muy listillos ellos o por lo menos, así se lo creen, tanto del gobierno como de la oposición, tratan a los ciudadanos como menores de edad e incluso con falta de entendimiento. Son tan cuentistas que no tienen rubor en decir un día una cosa y al siguiente lo contrario y encima no se ponen colorados, sino que defienden las dos posturas opuestas como verdaderas. Como dice sabiamente el refranero, “de lo que te digan no creas nada y de lo que veas, solo la mitad”. No es para alegrarse, todo lo contrario, es para desconfiar de todos y de todo, porque la mentira siempre trae discordias, envenenamientos de las relaciones políticas y sociales, pero, sobre todo, desconfianza generalizada.
Llevan dos años diciendo por parte de la Ministra de Hacienda del Gobierno de Pedro Sánchez, que no iban a subir los impuestos y menos a la clase media y trabajadora, como se puede comprobar visualmente, una y otra vez, en los videos que circulan por la red. Pues ahora, cambian de opinión o mejor dicho, la Unión Europea se ha puesto seria obligándoles y como es de prever, los van a incrementar, pero siguen manteniendo el discurso demagógico de que no va a afectar a casi nadie. Será a ellos, porque a los demás nos machacarán.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO