09.01.2018. Redacción / Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
La otra mañana, con el fresquito invernal lagunero, me acerque hasta la Recova de la Plaza del Cristo (que es una instalación provisional y ya lleva allí más de quince años), porque aproveché que tenia que hacer una gestión en el Instituto Nacional de la Seguridad Social, en la calle de Las Cruces (o de Quintín Benito) y ya que estaba al lado entré en el Mercado municipal a comprar frutas, que están muy caras y que son mi debilidad a la hora de consumir alimentos.
M afición por la papaya se remonta ya a hace unos años y es raro el día que no me lleve unos trocitos a la boca, porque creo que es una de las frutas tropicales más sanas, que se cultiva en muchas partes de Tenerife y que, escrito sea de paso, los intermediarios compran a los agricultores a ochenta céntimos el kilo y luego las ve uno, ahora mismo, a dos euros, aunque hay otras épocas del año en que están aún más caras, superando con creces los tres euros, variación que depende de la oferta y de la demanda en cada momento, como es lógico.
A lo que iba, que me estoy enrollando de mala manera. Entré en la Recova y después de echar una visual por varios puestos, me detuve en uno y fui a coger dos papayas, y la verdulera me paró las patas. No me dejó tocar la fruta y me dijo que eligiera las que quisiera, que ella misma me las embolsaba, porque es un producto muy frágil y delicado.
Me pareció muy bien la "recomendación" de la joven, aunque fue más una orden taxativa que un consejo, porque creo que todos los fruteros deben hacer lo mismo, ya que hay muchos clientes que estropean el género, manoseándolo y palpando con los dedos.
En los supermercados modernos y en las grandes superficies se exponen las frutas para que el cliente mismo se sirva (con los preceptivos guantes de plástico, claro está, aunque no todo el mundo los usa) . Pues bien hay muchas personas que sobajean las frutas, las tocan por aquí y por allá y si no les gusta el genero lo dejan. Les confieso que es una acción que me repatea.
Recientemente adquirí una manilla de plátanos que tenía muy buen aspecto, por el color de maduración y por la clase que se trataba. Pero, oh sorpresa, varios bananos habían sido manoseados previamente por algún idiota, porque dejó sus huellas en la fruta y la dañó hasta tal punto que ennegreció el producto y tuve que tirar la mitad.
Son cosa que parecen no tener importancia y la tienen. Porque me fastidia y mucho adquirir un producto y que me salga rana por culpa de quienes sobajean la fruta y la tocan por todos los lados. Y luego no se la llevan. En fin...