15.02.2020 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
No es ningún secreto que en este comienzo de siglo XXI sigue existiendo la mano de obra barata en la esclavitud infantil, especialmente en el mundo textil y calzados.
El último informe elaborado por la ONG Know The Chain pone de manifiesto que muchas de las marcas del sector del lujo trabajan con fábricas en las que se explotan a sus trabajadores y vulneran sus derechos.
A menudo hablamos de la esclavitud como si fue algo del pasado. Un horror de otra época perpetrado y permitido por personas que nada tienen que ver con nosotros. Está muy equivocado. La esclavitud sigue siendo un grave problema en pleno siglo XXI.
Así lo ha puesto de manifiesto el nuevo informe elaborado por la ONG Know The Chain. Este revela una conclusión que en mayor o menor grado todos ya conocíamos pero que necesitamos plasmar para generar conciencia sobre le problema: su armario está repleto de ropa realizada por esclavos.
La diferencia es que el esclavo del siglo XXI y el de hace 100 años no son el mismo. El retrato de los nuevos esclavos nos muestra a personas de países pobres o en vías de desarrollo que buscan trabajo en las fábricas de ropa y calzado, pero lo único que encuentran es explotación laboral.
El informe comparte una de los miles de historias sobre esclavitud moderna. Una mujer de la India dejó su aldea rural para aceptar un trabajo en Bangalore. A través de un negociador encontró un trabajo en una de estas fábricas. Este le cobró una tarifa por su labor de intermediación y seis meses después aún no ha cobrado nada de un salario que está siendo engullido por esa desorbitada e ilegal tarifa.
Y, para empeorar su situación, el agente le había prometido alojamiento y comida creativas. Cuando llega Bangalore descubrió que todo era mentira.
¿Por qué nos hacemos eco de la historia de esta anónima mujer de la lejana India? Pues porque mucha de la ropa vendida en Estados Unidos se fabrica en India.
¿Por qué hacen esto las marcas?
A nivel global, se estima que 24,9 millones de personas son víctimas del trabajo forzado. Se calcula que 16 millones son explotados por multinacionales y empresas en vez de por individuos privados (como es el caso de la explotación sexual).
De acuerdo al informe que estamos analizando, uno de los sectores en los que más “esclavos textiles” encontramos es la industria textil y del calzado. Una industria que mueve 3.000 billones de dólares anuales.
Existen muchas razones por las que las empresas de moda y calzado tienden a contratar este tipo de mano de obra. Una de ellas es que las personas de países ricos como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Francia (por citar algunos) se han vuelto adictos a la ropa barata.
Esto se debe a los acuerdos de libre comercio global que han facilitado a las marcas la fabricación de sus productos en países donde la mano de obra es vergonzosamente barata.
La conclusión es clara: un mercado donde la competencia por precios bajos y cambios rápidos ha dado lugar a cadenas de suministro globalmente opacas y complejas.
Si atendemos a las políticas empresariales, muchas de las marcas no pueden hacerlas públicas porque ni ellas mismas están seguras de que se encuentren dentro de la legalidad.
También sucede porque las cadenas de suministro pueden ser muy complicadas. Una marca puede trabajar con una marca que a su vez subcontrata parte de su trabajo a otras fábricas y así sucesivamente.
El problema nace en el reclutamiento
Parte de la culpa reside en la poca ética de las agencias de contratación. En los países del tercer mundo o que se encuentran en vías de desarrollo se aprovechan de la desesperación de las personas sin recursos.
Son estas las que establecen las tarifas de gestión e intermediación como la padecida por la anónima mujer de la India con la que abríamos estas líneas.
El informe ejemplifica esta situación con el descubrimiento de una empresa de ropa en Taiwán que cobraba a sus trabajadores una tarifa por haberles conseguido el trabajo de 7.000 dólares.
Otra auditoría realizada en otra empresa taiwanesa reveló que el 82% de sus trabajadores tenía el 82% de sus pasaportes retenidos.
Los trabajadores migrantes, los más vulnerables
Son los migrantes el sector más vulnerable. Estos son las víctimas perfectas ya que no cuentan con una estructura social arraigada en el país en el que desarrollan su trabajo.
Este grupo representa en algunos países la mayor fuerza laboral de las fábricas explotadoras.
Por ejemplo, en Jordania representan el 77% y en Mauricio el 44% de los trabajadores de las empresas textiles son migrantes.
Un problema que se agrava si hablamos de género. Dos tercios de los trabajadores de las fábricas de ropa y calzado son mujeres.
Las marcas que aprueban el examen
El informe ha creado un sistema de puntuación para clasificar (0 a 100) a las marcas del sector textil y del calzado más conocidas en base a criterios como las fábricas con las que trabajan o los sistemas de reclutamiento.
Las marcas que mejor nota han obtenidos son Adidas (92) y Lululemon (89). Ambas destacan por la especial atención que prestan al reclutamiento y protección de los trabajadores migrantes.
Adidas realiza programas de capacitación sobre prácticas éticas laborales para 100 proveedores en Vietnam, Indonesia, China y Taiwán.
Nike y Puma han sumado 63 y 61 puntos respectivamente.
Las marcas de ropa y calzado deportivo están bastante concienciadas. También lo están las denominadas como “empresas de moda rápida”. Gap ha ocupado la tercera posición de la lista con 75 puntos.
Primark ha logrado anotar 72 mientras que H&M alcanza los 65. Puede que estas puntuaciones ya no le parezcan tan altas, pero espere a echar un vistazo a las conseguidas por las firmas de lujo.
El vergonzoso suspenso de las marcas de lujo
Muchos consumidores piensan que los productos caros han sido fabricados por empresas con una ética y moral empresarial intachable. Un espejismo creado por el cegador brillo del dinero.
Las calificaciones reportadas en el informe sitúan a cinco grandes marcas del sector del lujo con puntuaciones vergonzosamente bajas.
Prada tan sólo ha conseguido cinco puntos. Cinco puntos de un total de 100.
Salvatore Ferragamo sumó 13, LVMH (incluye marcas como Christian Dior o Fendi) consigue 14 mientras que Hermès se queda en los 17 puntos.
Algunas marcas de lujo lo han hecho mejor. Hablamos de Burberry (52 puntos), Ralph Lauren (58) y Kering, dueño de Gucci, Balenciaga o Saint Laurent con 45 puntos.
La conclusión que debemos extraer de todos estos datos es que nosotros, como consumidores, tenemos un papel muy importante a la hora de combatir la esclavitud moderna.
Algo que pasa por hacer público las marcas que trabajan con este tipo de prácticas y apoyar aquellas que están implementando políticas para proteger los derechos de los trabajadores.