12.03.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Por algo dicen las personas del sexo femenino que, como el amor de madre no hay otro igual. Y existe un dicho popular, que conozco desde hace muchos años, que afirma que "una madre es para cien hijos, pero cien hijos no son para una madre" y ya sabemos que esas sentencias populares suelen ser muy ciertas.
A mí me llama mucho la atención, cuando los hijos están estudiando carreras universitarias fuera y no residen ya en el domicilio familiar, cómo las madres se desviven porque sus vástagos estén bien alimentados. Es lo que uno denomina las "madres tupper"
El otro día, precisamente, recibo un mensaje de una querida amiga que vive en un pueblo del Sur de la Isla, en el que me indicaba; "estoy viajando hacia La Laguna, a ver a mi hija que está estudiando en la Universidad y a llevarle unos "tupper" con comida que le he hecho, para que esté bien alimentada" y, en el mismo mensaje añade, "a ver cuándo te ocupas des escribir un artículo y cuentas los sacrificios que hacemos por nuestros hijos muchas madres".
Como pueden comprobar, atiendo gustosamente a la petición de esta mujer, porque tiene toda la razón del mundo.
Muchos padres y madres de las Islas se ha sacrificado por darles estudios universitarios a sus hijos, desde cualquier punto del Archipiélago. En el edificio donde vivo actualmente residen decenas de estudiantes (especialmente de La Palma) que estudian en la ULL y que tienen madres "tupper", como no podía ser menos.
En mis tiempos juveniles, recuerdo cómo muchas madres enviaban por correo paquetes con comida a los hijos que estaban fuera, que estudiaban en la Península, especialmente en la Universidad Complutense de Madrid, en la Hispalense sevillana o en Cádiz, la llamada "Tacita de Plata", donde estudiaron Medicina muchos alumnos procedentes de Canarias. También muchos faramacéuticos canarios cursaron estudios en Granada y/o Santiago de Compostela y Barcelona.
Aquellos peculiares envíos contenían los más variados alimentos: chocolate, latas de conservas, bizcochos caseros, bolsas de leche en polvo y un típico producto que era imprescindible; gofio, algo absolutamente necesario para que los muchachos estuvieran fuertes.
En la actualidad, se han sustituido aquellos paquetes envueltos en telas de sacos y atados con cuerdas por los "tupper" (fiambreras de plástico), que contienen especialidades gastronómica de mamá, en las que no pueden faltar la exquisita tortilla de papas y, por supuesto, sus croquetas y sus albóndigas, que son realmente únicas. ¿O no?