13.01.2019. Redacción | Opinión
Por: Santiago Sesé
Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife
El potente crecimiento económico del que hemos disfrutado en los últimos años ha empezado a perder fuerza. Este 2019 comienza bajo la sombra de una desaceleración que puede reducir los niveles de creación de empleo -de hecho, ya lo está haciendo- y dejar sentir sus efectos sobre empresas y familias a través del descenso del consumo interno. Necesitamos disponer de herramientas que permitan hacer frente a esta situación. En este sentido, los Presupuestos Generales del Estado, que han iniciado su tramitación estos días, son el principal instrumento de la política económica para encarar coyunturas menos favorables y salir reforzados de ellas.
Eso es, precisamente, lo que urge en estos momentos: unos presupuestos basados en decisiones de política económica y no en estrategias meramente políticas, unas cuentas viables, sostenibles, que posibiliten mantener el crecimiento actual sin comprometer el del futuro y que atiendan las necesidades de los ciudadanos y las empresas. La Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife entiende que la imprescindible negociación política no puede suponer que se satisfagan los intereses de unos en detrimento de los de otros. Por el contrario, debe procurar el equilibrio territorial y al mismo tiempo tener en cuenta la situación particular de cada una de las regiones y sus diferentes niveles de desarrollo. Confiamos en que el presupuesto que ha aprobado el Consejo de Ministros reúna todos estos requisitos. Pero si no fuera así, tal vez lo más conveniente sería la convocatoria de nuevas elecciones para que el gobierno salido de las urnas acometa la labor de diseñar las cuentas que necesita el país.
Canarias debe estar muy atenta al resultado de este proceso. El logro que representó la aprobación de un nuevo Estatuto de Autonomía y la reforma de los aspectos económicos del Régimen Económico y Fiscal ha de quedar plasmado en los presupuestos. De poco habrán valido los esfuerzos realizados para actualizar y mejorar estos dos ejes esenciales de nuestro autogobierno si no se traducen en una financiación con la que poner en marcha las medidas previstas en ellos, que deben repercutir de forma positiva en el bienestar social de la Comunidad Autónoma, su progreso económico y contribuir a elevar la inversión en las Islas hasta la media del país, tal y como contempla el propio REF.
El contenido de los presupuestos es importante, pero también lo es que las partidas incluidas en ellos lleguen a las Islas con la suficiente celeridad y se ejecuten de forma correcta. Si se transfieren las cantidades cuando apenas faltan unas semanas para que finalice el ejercicio o si ni siquiera se llegan a materializar algunos de los compromisos adoptados, como sucedió en 2018, estaremos abocados a otro año perdido que el Archipiélago no se puede permitir.
Canarias tampoco está en condiciones de afrontar que se suspendan de forma unilateral las actuaciones pactadas, algo en lo que, por desgracia, también tenemos experiencia. Es necesario garantizar el carácter plurianual, con una ficha financiera cerrada para cada una de las anualidades, de los convenios destinados a sufragar la ejecución de proyectos fundamentales para la articulación territorial de las Islas, para la generación de puestos de trabajo y el impulso de la economía, como son los acuerdos en materia de carreteras, obras hidráulicas, infraestructuras turísticas o educativas.
El incumplimiento y la postergación de los compromisos adquiridos ha supuesto que se quiebre la confianza entre la Administración del Estado y la de la Comunidad Autónoma. En ese aspecto también hay mucho trabajo que hacer. Es imperioso recuperar unas relaciones institucionales fluidas, transparentes y basadas en la lealtad. Desde la Cámara animamos a tratar de cerrar las heridas y a recobrar la confianza perdida.
En el año que empieza también esperamos que se dé satisfacción a una demanda razonable de nuestra Comunidad Autónoma. Canarias ha cumplido, ha sabido mantener el déficit y la deuda bajo control y ha sido leal. Es hora de que ese buen comportamiento sea recompensado en forma de un tratamiento diferenciado a la hora de poder hacer uso del superávit. No se trata de pedir privilegios, sino de una cuestión de justicia.
Imagen de archivo: rtvc.es | CEDIDA