07.06.2019 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de Fepeco
Estamos inmersos en plena vorágine de negociaciones de pactos en los distintos espacios territoriales, ayuntamientos, cabildos y autonomía. Vuelve a producirse un error mayúsculo, los políticos y partidos de ámbito estatal en Canarias, no tienen la suficiente autonomía, como para decidir por cuenta propia las alianzas o con quien llegar a gobernar, todo lo tienen que consultar y esperar órdenes, nada pueden aprobar desde sus órganos isleños, son la inutilidad al servicio incondicional de los que mandan desde la sede central, que miran más por los objetivos del partido de turno, a nivel nacional, que por los intereses concretos de nuestras islas, que les importan un pito. Cuando es Madrid quien decide, suele ser malo para Canarias. Desde la centralidad, se tutela cualquier decisión a nivel local, demostrando una total falta de confianza, independencia territorial e inmadurez política de sus representantes canarios que, por cierto, disculpan está situación con los más variopintos argumentos, como la coherencia o la credibilidad de pertenecer a un partido político nacional, sólo son excusas. Las cosas de aquí se tienen que decidir y acordar aquí. Desde la Península no se comprende nuestra realidad en medio del Atlántico, archipielágica e isleña, no entienden nuestras peculiaridades, estamos lejos, nos ven muy alejados. Ya lo decía el estadista estadounidense Henry Clay: “Los partidos políticos sirven para mantener a cada uno bajo vigilancia permanente del otro”.
Ningunear al canario ha sido una constante, desde los que nos miran desde la superioridad peninsular y de la insolencia. Por mucho que los representantes locales de esos partidos centralistas insistan públicamente que ellos toman las decisiones aquí, se sabe con certeza que no es cierto, es más, ellos mismos en círculos más cerrados, reconocen su falta de autonomía y comentan que les gustaría pactar con fulano o mengano, pero que Madrid se lo impide. Se demuestra que les puede más el aferramiento al cargo y mantener las prebendas del mismo, que los intereses generales de Canarias. Al final son meras comparsas de aparatos partidarios, que sólo se ocupan de nuestras islas cada cuatro año, en un viaje electoral de unas cuantas horas, para no perder el vuelo de regreso a Madrid. Es la sumisión más absoluta y vergonzante.
La tendencia oligárquica de los partidos aumenta en los momentos de mayor efervescencia política, como es el caso de la conformación de gobiernos. Desobedecer a los que mandan desde Madrid supone, primero el castigo y después, la defenestración segura. Se penalizan las opiniones que se desmarcan de la línea establecida por la cúpula. El déficit democrático interno hace posible que las élites dirigentes de los partidos condicionen las opiniones y las acciones de sus representantes locales, que no cuentan para nada. Ya el politólogo francés Bernard Manin alertaba de la desconfianza hacia las organizaciones partidarias, basado en la falta de libertad de los representantes debido a la disciplina interna. El que se mueve no sale en la foto, para entendernos mejor, en Madrid están los generales, aquí parece que sólo hay soldados y en algunos casos reclutas.
Como en cualquier actividad, lo más importante siempre son las personas, a las que hay que poner por delante de cualquier otra consideración, sería conveniente y deseable, que los representantes locales de partidos con obediencia nacional, fueran valientes y de una vez por todas, sean capaces de hacer los pactos que quieran, con quien deseen, sin la mirada y consentimiento inquisitorial de Madrid.