Los cines laguneros de los años sesenta

15.04.2020 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

En la década de los sesenta del siglo pasado había tres cines en La Laguna y un teatro en el que se proyectaban películas, si no recuerdo mal. Las salas que yo recuerdo eran los desaparecidos "Parque Victoria", en la calle de Heraclio Sánchez; el "Coliseum", en la calle Candilas, muy cerca de la Iglesia de La Concepción, y el "Dácil", en el margen Este (bajando, a la izquierda) de la carretera general Santa Cruz-La Laguna, a escasos metros de la histórica Cruz de Piedra del siglo XVI. Y el "Leal", que se utilizaba como sala de proyecciones cuando no había representaciones teatrales o bailes.

El más moderno y confortable era, sin duda, el "Parque Victoria", edificado a finales de los cincuenta, que sustituyó a otro del mismo nombre situado en la Plaza del Adelantado, para construir en ese solar la central de Telefónica, que aún permanece en dicha plaza, entre las calles de Santo Domingo y Consistorio.

Un familiar mío, que residía por aquellos años en Heraclio Sánchez, sabía a ciencia cierta cuando en el "Parque Victoria" proyectaban una película del Oeste americano, porque eran las favoritas de los magos de los alrededores y esta persona de la que les hablo siempre adivinaba, por los automóviles que aparcaban en dicha calle, que estaban poniendo un "western" porque la mayoría de los vehículos aparcados por fuera del cine eran furgones y camionetas, muy del agrado de cualquier campesino que se precie de serlo.

El "Coliseum", aún en pie, pero cerrado desde hace bastantes años, está en la calle Candilas, muy cerca del antiguo barranco de Cha Marta. Allí se proyectaban películas de categoría y recuerdo ver cintas importantes como "Los cañones de Navarone" o "Un puente sobre el río Kuai" y, si no me falla la memoria, también "Un millón de años", aquella cinta interpretada por la atractiva Raquel Welch y rodada en los parques nacionales de Timanfaya, en Lanzarote, y del Teide, en Tenerife.

El "Dácil" era de menor categoría, una especie de cine de barrio, que proyectaba antiguas películas que no pasarían precisamente a la historia del séptimo arte, aunque a los chiquillos de los sesenta nos encantaba ir, porque cogíamos la guagua urbana para desplazarnos hasta allí (la "Cirila", como se le conocía popularmente) y en la cantina del local vendían golosinas a tutiplén (chuches, como dicen los niños de hoy), entre las que destacaban las "melcorchas", una barritas canelas, que eras dulces y pastosas y que estaban hecha de vayan ustedes a saber qué ingredientes.

Al Teatro "Leal" acudíamos los domingo por la tarde al matiné de las cuatro y recuerdo que, en las escenas más trepidantes de las películas de acción, dábamos golpes con los pies sobre el suelo de madera del patio de butacas, con lo que armábamos una escandalera de aúpa, sobre todo en las primeras filas, donde nos gustaba sentarnos a disfrutar de los filmes de vaqueros. Y con gran cabreo del acomodador, que no paraba de llamarnos la atención.

Los citados cines fueron cerrando con el paso de los años, paralelamente a la proliferación de televisores en los hogares laguneros, unos aparatos que acabaron con la vida de aquellas salas, si bien abrió uno nuevo, el "Aguere", a finales del decenio al que hacemos referencia, en la calle de Herradores, construido en el solar de una antigua casona con un jardín que daba a la calle del Juego, que había albergado en años anteriores la clínica del doctor Juan Trujillo, conocido ginecólogo de la ciudad, donde tuve la dicha de nacer en noviembre de 1958. Hoy en día, el "Aguere" es un espacio multicultural en el que, aparte de proyectar algunos filmes, se celebran conciertos, exposiciones, mítines políticos e infinidad de actos.

 

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