Los catalanes se rebelan contra su propio gobierno

30.11.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

La fruta madura termina por caerse del árbol y se pudre en el suelo. Algo así le está pasando al proceso independentista catalán, porque los propios catalanes se están dando cuenta de que el Gobierno Autónomo de Quim Torra solo está obsesionado con la hipotética futura república y desde hace años la Generalitat desatiende las demandas populares de muchos sectores de la sociedad a la que dicen servir.

Decenas de miles de catalanes de a pie se están dando cuenta de que viven en la región española con mayor presión fiscal de todo el país, por culpa de los impuestos de la propia Generalitat y los estudiantes universitarios han visto cómo su propio Gobierno autónomo ha subido este año las tasas académicas en un sesenta y siete por ciento, mucho más elevadas que en el resto de la universidades españolas.

Los médicos catalanes del Servicio público de Salud están también hasta la coronilla de conseller de Sanidad por los recortes aplicados en el sector y por la sobrecarga de trabajo que tienen, por lo que --como los estudiantes de todos los niveles educativos de la comunidad autónoma-- se han echado a la calle en busca de mejoras salariales y de una menor presión laboral.

A esto hay que sumar al colectivo de los bomberos dependientes de la Administración autonómica, que demandan mejores sueldos y, sobre todo, poder disponer de un material contra incendios renovado, porque el actual está obsoleto.

Como se ve, aumentan las protestas de diversos colectivos, que se están dando cuenta de que no todo el monte es orégano y que la Generalitat ha malgastado miles de millones de euros en el proceso independentista sin haber conseguido sus objetivos secesionistas.

Los catalanes sensatos también han visto de que la famosa frase de los nacionalistas que afirma que "España nos roba" es una pura falacia y de que la propia administración autonómica funcionó mejor con la dirección política derivada de la aplicación del artículo 155 de nuestra Constitución, que bajo el mando de unos sediciosos y delincuentes.

El asunto tiene más enjundia de la que parece. Y, si no, al tiempo, porque los catalanes no son tontos y también tienen un límite en su capacidad de aguante.

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