30.10.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No sé si se deberá a un complejo secular de los canarios, o incluso de los españoles en general, pero uno recuerda de niño (yo también tuve infancia) que la gente mayor siempre hablaba de que todas las cosas extranjeras eran mejor que las nuestras. Todos los productos fabricados fuera de nuestras fronteras superaban en calidad y durabilidad a los que se hacían en nuestro país.
Es posible que la España entonces aún subdesarrollada tras aquellos terribles años de la guerra civil sufriera un enorme trauma y que nuestro país empezase, muchos años después, ya en la década de los años cincuenta del pasado siglo, a fabricar coches (bajo licencia de la Italia "Fiat") en las factorías de SEAT (marca a la que se le bautizó muy mal popularmente por ser sus coches los que "Siempre Estarás Apretando Tornillos") y a montar neveras, frigoríficos y otros pequeños electrodomésticos en diversas industrias del País Vasco, como las de marca "Fagor".
Los coches de reconocido prestigio eran siempre extranjeros, primordialmente de origen alemán o británico, como "Mercedes", "Volkswagen" o "Audi", o los "Austin" y "Morris" ingleses, y también los franceses "Renault", "Citröen" o "Peugeot", marcas que ya se fabrican en España.
En lo que respecta a los electrodomésticos, grandes y pequeños, también lo mejor venía de fuera, como los aparatos de radio "Philips" fabricados en Holanda o los de "Blau Punt" alemanes, los televisores germanos "Nordmende" o los super conocidos "Westinghouse", de procedencia norteamericana, así como las batidoras "Braun" producidas en varios países de Europa Central.
Todo lo que se fabricaba en nuestro país era, por lo visto, de muy mala calidad, y los españoles que podían siempre compraban marcas extranjeras, no sé si con conocimiento de causa o porque los productos nacionales no servían para nada.
Afortunadamente hoy, la tendencia de idolatrar lo fabricado en el exterior ha disminuido y la industria española está a primer nivel mundial, tanto en automoción como en la fabricación de aparatos electrónicos para nuestros hogares, y en ese aprecio por "nuestros" productos también ha influido decisivamente la globalización mundial, porque todos sabemos que muchas marcas de automóviles de otras procedencias ya se fabrican en múltiples países (entre ellos el nuestro) y la calidad final es igual o superior que en las instalaciones matrices de diversos modelos.
En Canarias también adorábamos productos del extranjero, pero en las Islas, por su régimen económico de puertos francos, esa admiración por lo que venía de fuera estaba más justificada, porque aquí, en años de la posguerra y desde muchos años antes llegaban por vía marítima selectos productos europeos que en la España continental ni los olían, como las pastas inglesas, las galletas danesas, el chocolate belga o suizo, el champán francés, el cangrejo ruso, la mantequilla "Anchor", la leche en polvo francesa "Regilâit" o el caviar ruso o iraní, toda una serie de exquisiteces de las que nuestros paladares disfrutaron. ¿O no?