02.05.2017. Redacción / Opinión
Por: Grego Calzadilla
Si has entrado en la edad adulta o la vejez, o incluso si aún eres joven, y ya no encuentras la ilusión, la fuerza y los motivos en ti mismo o en ti misma para seguir adelante, recuerda que tu mera existencia es la que alumbra y da fuerzas a muchos corazones que necesitan de tu calor para subsistir.
Para tus hijos y para los más jóvenes tiene un incalculable valor, y es un hermoso motivo de inspiración, ver como a través de los años has sobrevivido dignamente a innumerables fracasos, decepciones, lágrimas, pérdidas de seres queridos, y todo tipo de batallas en la vida; pero sin embargo, sigues ahí, de pie, desafiando al futuro en tu lucha.
Eres un triunfador o triunfadora nata, un guerrero o guerrera digna de homenaje, de admiración y de máximo respeto. Y tienes la obligación, y te corresponde, hacer honor a eso.
Se lo debes a ellos, a tus hijos, a tus nietos, a tus amigos, a tu familia, y a todos aquellos que en algún momento de sus vidas les has dado un sabio consejo, les has brindado una dulce sonrisa o les habrás tendido una mano sincera.
También, en tu continuo caminar, seguramente habrás cometido mil errores y tropiezos, como todo el mundo (¿quién no?), pero además habrás dado consuelo, habrás apagado sufrimientos, habrás secado lágrimas estrechado entre tus brazos, con toda la fuerza de tu corazón, a cientos de personas, ofreciéndoles una salida a su momentánea desesperación.
No importa si piensas que te lo han agradecido o no, eso es lo de menos, porque después de todo a lo que alimenta es al ego y la soberbia. Lo primordial es que todo el bien que has realizado ha servido para dar luz a muchas almas sumidas en la oscuridad de algún momento de sus vidas.
Has ido dejando pequeñas miguitas de pan, que tal vez no hayan saciado el hambre, pero han mitigado las fatigas del estómago, y han servido para que esas personas vuelvan a levantar la mirada y la hayan dirigido hacia el destino que les corresponde.
Has sido un medio para que muchos lleguen a un fin, y esa es la verdadera dicha del Ser. No las condecoraciones y medallas encontradas al final del camino. Esas ya llegarán, porque en el dominio del espíritu todo bien es recompensado, y toda noble acción es distinguida y resaltada.
Por lo tanto, ¡claro que vales¡, ¡claro que tienes motivos para seguir adelante¡, porque con solo saber que alguien se acuerda de ti, con solo saber que alguien lucha simplemente para hacer que tú estés orgulloso u orgullosa de esa persona, sea un hijo, un nieto, un amigo, un desconocido que te encuentres en el camino, seguirá valiendo la pena levantarse cada día y sonreír. Y siempre habrá alguien en el mundo que necesitará de tus consejos, de tus palabras, de tu mirada, de tu sonrisa, de la cálida caricia de tu mano en su mejilla…
¡Siempre habrá alguien¡ Aunque tu mente y confusión no te permitan encontrar a nadie en este momento, y creas que tu vida ha sido un rotundo fracaso.
Y aunque te boicotees y castigues, hasta el punto de limitar tu valía personal única y exclusivamente a saciar la agradecida mirada de tu fiel mascota, para esa misma mascota eres la razón de su existir, y hará que su pequeño corazoncito lata emocionado con sólo sentir tu presencia cada vez que abras la puerta y regreses a casa.
¡Recuérdalo bien¡ Eres la estrella que guía el camino de los corazones de todos los seres que te han conocido a lo largo de tu vida. Eso es una gran virtud que debería llenarte de orgullo y de auto aprecio. Y si eso no te basta, entonces no se trata de falta de valor y autoestima, sino de exceso de arrogancia.
Siempre serás más importante por la Luz que emitas y por la pureza que fluya de tu corazón, que por todas las acciones y objetivos que te empeñes en realizar para demostrarte a ti mismo, y al mundo, toda tu gran valía y potencial. Después de todo, la mejor y más noble misión que puedas acometer, no necesita de tu virtud y de tu prestigio, sólo y únicamente se basa en el inapreciable valor de tu única y sagrada presencia.
¡La luz ya hace su trabajo con solo disipar la oscuridad¡ No necesita demostrar su cometido.
No te centres en lo que has podido hacer y, por las circunstancias que sean (muchas veces fruto de la naturaleza y debilidades humanas), no has hecho.
Céntrate en todo lo que gracias a tu existencia y tu lugar en este mundo, has evitado que vaya a peor.
Por muy diminuta que sea tu acción, si ha salido desde lo más profundo de tu corazón, para el bien de la humanidad, ya habrá dejado para siempre su imborrable huella en el eco de la eternidad, y en la grandiosidad de la infinitud del Universo.
VALES MUCHO MÁS DE LO QUE NI EN MIL VIDAS PODRÍAS LLEGAR A IMAGINAR, NI A ENTENDER.
Así que levántate, píntate tu mejor sonrisa, no solo en la cara sino también en el alma, y abraza la vida que aún te queda por vivir. Con optimismo, con esperanza y con profunda y sincera gratitud.
Disfruta con la dicha de ver a unos alegres niños jugando en el parque, detente y escucha los pájaros cantar en la copa de los árboles, y huele con todo tu sentimiento y aprecio la más bella de las flores del camino, que permanece aún bañada y consagrada por el rocío de la mañana…
Y será entonces, como por arte de magia, que sentirás que el Sol comenzará a brillar con una fuerza inmensa y descomunal, emitiendo sus cálidos rayos dorados desde lo más profundo del interior de tu corazón.
¡Gracias simplemente por EXISTIR¡ Ya es más que suficiente, lo creas o no.