La Tierra sufre. Está herida

21.09.2023 | Redacción | Opinión

Por: Carmen Martell

Agente Literario | Organizadora de eventos

La Tierra no puede comprender la traición que está padeciendo a manos del hombre al que tanto ha dado.

La Tierra trabajó duro para cuidar a los seres que la habitan, creó semillas y oxígeno haciendo posibles las plantas y los animales para comer y vestirse.

Y el hombre fue feliz en su abundancia, aprendió a cazar, pescar, coser y vivir en armonía con sus semejantes y la naturaleza.

Y decidió honrar a la naturaleza estudiando sus propiedades para crecer conociéndose y ayudándose mutuamente.

Descubrió el fuego y la penicilina; comenzó a conquistar otros espacios y experimentó en la genética.

El hombre, en su afán por crecer, erró el camino y soñó con adueñarse del mundo y poseyó la Tierra. Y ella esperó pacientemente su vuelta a la cordura.

Primero tembló de miedo ante la prepotencia de la ignorancia, y los mares se rebelaron en forma de aviso. Algunas partículas se convirtieron en males capaces de provocar enfermedades que el hombre no consiguió detener.

Lejos de rebajar su soberbia, los seres ¿humanos? continuaron en su carrera contra si mismos y contra el mundo.

La Tierra rugió de rabia, se envenenó por dentro y vomitó. Vomitó sangre y fuego, expulsó su veneno por varios poros de su extensa piel y convulsionó ciudades, países, continentes enteros.

Ahora ruge y espera; estalla y espera; llora y espera…

Espera llegar a un nuevo acuerdo antes de verse obligada a expulsar al Hombre del Paraíso que le había construido.

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