La ropa "para ir al médico".

25.05.2017. Redacción / Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com 

No sé por qué razón, seguramente por algún sentimiento ancestral de veneración hacia los brujos de la tribu, tenemos cierta tendencia de idolatrar a los médicos. Somos partidarios de congraciarnos con ellos, haciéndoles regalos "de gratitud", cuando en realidad estos especialistas sanitarios ya cobran por hacer su trabajo, si son contratados por empresas privadas o funcionarios y personal laboral si pertenecen a cualquier administración pública.

O simplemente te sablan si te ven en una consulta privada, porque en esta Isla hay especialistas que ya están cobrando ciento diez y ciento veinte euros en una sola visita (y sin vaselina ni anestesia). Claro, con la crisis, la gente llama primero por teléfono para conocer la "tarifa" y la mayoría desiste de la medicina privada y opta por la pública, aunque sea más engorrosa y, sobre todo, lenta,

Pero hoy no quiero criticar esa mala práctica de los habitantes de estas Islas, sino que quiero acabar el día de buen humor. Me quería referir a la ropa "del médico". Desde que tengo uso de razón, la mayoría de las mujeres que conozco y con las que he tratado siempre tienen en sus armarios una serie de piezas de ropa reservadas para cuando tienen que ir al médico. 

No faltan entre esos artículos, por supuesto, unas bragas y un sujetador "a estrenar" por si se presenta una razón para acudir a una consulta con algún especialista o, incluso, acudir a un hospital de refenecia por una urgencia imprevista. 

Ese "reservorio textil" lo tenía mi abuela, lo tenía mi madre y creo que lo tienen todas las mujeres de estas Islas, lo cual no me deja de hacer cierta gracia. Como ocurre con un juego de sábanas que nunca se estrena o, incluso, con toallas que bordan y que luego no se usan y quedan colgadas en las paredes de los baños "para adornar". No entiendo porqué la gente tiene que ir al médico con sus mejores galas y con la ropa interior a estrenar o la más nueva que se tenga. Cuestiones tradicionales, tal vez.

Peor son aún los habitantes de las medianías altas del Archipiélago, como Pinolere, Aguamansa, Vilaflor, Benijos, El Tanque, Erjos etcétera (sin querer ofender a nadie, oiga usted)  que bajan a los valles al médico con chancletas o zapatillas en la guagua y, cuando van llegando a su destino, se ponen un par de zapatos nuevos. No me lo podrán negar, porque lo uno (lo de la ropa) y lo otro (lo de los zapatos) lo he visto y "sufrido" con mis propios ojos.

Cosas de las mujeres de esta bendita tierra.

pacopego@hotmail.com 

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