25.11.2019 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
La construcción es fortaleza que se enfrenta a los desafíos actuales y futuros del sector con ganas de vencerlos e ilusión por mejorar. La primacía de la rehabilitación como actividad paradigmática de la economía circular, basándose en la premisa de construir sobre lo construido, para mejorar la calidad de vida, aumentar la seguridad personal e incrementar el valor patrimonial de los inmuebles, está implementándose con normalidad. Las trasformaciones, que está experimentando el sector, exigidas por el desarrollo sostenible, tienen que servir para su entrada en la modernidad, con soluciones concretas para la renovación y descarbonización, aportando innovaciones en ingeniería de la climatización para la eficiencia energética, el confort en edificios residenciales, terciarios e industriales. Incorporando el interiorismo para conseguir espacios habitables y confortables e incluyendo la digitalización edificatoria como una demanda impuesta por la evolución de la sociedad, que exige también la implantación de energías renovables. Las ciudades del futuro la estamos empezando a construir hoy, porque estamos asistiendo a la revolución tecnológica del sector.
La construcción es vida, desde que nacemos nos protege y nos hace la vida más fácil y cómoda. Pasamos la mayoría de nuestro tiempo en edificaciones donde vivimos, trabajamos, aprendemos, cuidamos, compramos o disfrutamos. La actividad de la construcción se ha modernizado, acomodándose a las necesidades actuales. Sabemos perfectamente hacia donde hay que dirigirse e intentamos hacerlo lo mejor que sabemos, esforzándonos por obrar bien. Hay que avanzar en la descarbonización del parque edificatorio con eficiencia energética, enfocada en no gastar energía sin perder confort. La electrificación tiene que ir de la mano con otras realidades, como son las comunicaciones y la movilidad, apostando porque las instalaciones de un edificio ya puedan ser hoy totalmente eléctricas. Es el objetivo de construir edificios eficientes, inteligentes y renovables.
La construcción es progreso, basado sobre un crecimiento económico estable, que coadyuva al bienestar social y a la vertebración territorial. La reducción del impacto de la actividad constructiva sobre el medio ambiente es una garantía de seguridad comunitaria y personal, mejorando las condiciones ambientales urbanas en general y de las edificaciones en particular. El cambio necesario pasa ineludiblemente por incorporar desde dentro hacia fuera, la sostenibilidad, la digitalización y el cambio de modelo operativo. Regenerar el sector es abandonar hábitos o conductas de trabajo que no son adecuadas a la realidad actual y a las exigencias sociales y medioambientales. Pero también significa, arreglar lo deteriorado para volverlo a poner en uso. La conservación y el mantenimiento, sobre todo en las carreteras, tienen que ser una preferencia de las políticas públicas. Porque hay que instaurar la industrialización de los procesos constructivos, donde las tecnologías de automatización, junto a la utilización de los drones o maquinaria móvil autónoma, nos insertan en la ciencia ficción del presente.
La construcción es básica e impulsora del desarrollo de un territorio determinado, por lo es conveniente fomentarla, protegerla y quererla, junto al tejido empresarial del sector, favorecedor del empleo estructural e impulsor de la actividad económica. Los beneficios que aporta son sinónimos de riqueza social.