28.04.2020 | Redacción | Opinión
Por: Sandra Rodríguez González
Portavoz del Grupo Municipal de Coalición Canaria - Partido Nacionalista Canario.
Ayuntamiento de Puerto de la Cruz.
Estamos pasando por la que ya anuncian será la peor situación social y económica que recuerda este país desde el final de la Guerra Civil, se prevén tasas de paro que de solo pensarlo un escalofrío recorre incluso al más insensible, y miles de seres humanos han perdido su vida, especialmente aquellos que un día decidieron apartar sus diferencias, cerrar sus heridas, y construir una nueva España de la que venimos disfrutando hasta hoy en el periodo democrático más largo de la historia de nuestro país y también en el que ha sido el más fructífero en derechos, en logros sociales, en libertades y en lo que a cifras macroeconómicas se refiere.
Miro alrededor, cuando salgo al supermercado, y veo miedo en las miradas, manos temblorosas y gestos de preocupación mirando el carro de la compra pensando en si lo que cada cual lleva en el carro lo podrá pagar al llegar a la caja o si se habrá pasado en la compra a pesar de no haber cogido de las estanterías más que lo que es indispensable para pasar la semana.
Suena constantemente el teléfono, una llamada un whatsapp, lágrimas y desesperación al otro lado de quienes esta pandemia de momento va respetando su salud, pero no así su capacidad de llenar la nevera. Familias que nunca antes habían tenido necesidad de pedir ayuda, que siempre con más o menos dificultades, y aunque renunciando a muchos caprichos, habían logrado llegar a final de mes, pero que ahora, ni siquiera son capaces de empezarlo, sus cuentas bancarias a cero, los pagos acumulados, esperando, y los cobros de los ERTES sin llegar.
Un largo elenco de ayudas, subvenciones y avales que no llegan, que no son lo que se esperaba de ellos, y con condiciones y requisitos que las hacen inviables para la mayoría de quienes deberían ser atendidos y no lo van a ser, porque no se piensa en grande, sino en pequeñito, en salvar los muebles y sacar titulares.
Miro alrededor y aunque por naturaleza soy optimista, y sé en el fondo de mi ser que vamos a salir adelante, tarde o temprano y con el esfuerzo de cada uno de nosotros, sin esperar que nos vengan las soluciones de ningún lugar que no seamos nosotros mismos, no puedo más que sentirme insegura, preocupada y apesadumbrada por un futuro incierto.
Y mientras todo esto veo a mi alrededor, no salgo de mi asombro al presenciar como, incluso en nuestra ciudad, los eternos rivales políticos, PSOE y PP, no hacen más que perder el tiempo y gastar esfuerzos en un juego de niños de dimes y diretes, a ver quien pidió antes una reunión, o quien la había ofrecido después, no sin rebuscar en el baúl de los recuerdos para tener un argumento para un “te lo dije”, un “mira lo que dijiste tú” y hasta algún “me han dicho que has dicho o hecho” cuando es a ti a quien te toca hacer y no haces.
La política sin altura de miras, en un momento como este en el que todo lo accesorio sobra, y lo único que nos debería importar a todos es sacar adelante a la ciudad y a nuestros vecinos y vecinas, es la otra pandemia que debemos erradicar. En esta lucha no son necesarias las mascarillas ni los guantes, sólo hace falta sentido común, responsabilidad y altura de miras, todo aquello que nos exige la ciudadanía y que les debemos por respeto, por compromiso y por ética política.