La pobreza y el futuro de Canarias

20.10.2019 | Redacción | Opinión

Por: Casimiro Curbelo

Presidente del Cabildo de La Gomera y portavoz de ASG en el Parlamento de Canarias

Los últimos datos sobre la pobreza en Canarias son estremecedores. Según el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, 186 mil canarios y canarias se encuentran en situación de pobreza severa y 773 mil están en un riesgo de pobreza y exclusión social que afecta principalmente a las mujeres.

¿Por qué se dan estos datos tan horrorosos en nuestra tierra? Si echamos un vistazo a nuestra realidad, la explicación no puede estar en otro lugar que en la existencia de un paro estructural que siempre ha duplicado a la media peninsular -más del 20% de la población activa- a que tenemos unos salarios de los más bajos del Estado, casi cuarenta mil pensiones no contributivas que apenas llegan a los cuatrocientos euros mensuales y unos precios de la cesta de la compra que se sitúan entre los más caros de todas las comunidades autónomas. La renta de las familias canarias se empobrecen y los costes de la lejanía y la insularidad lo encarecen todo. Es una combinación fatal.

El diagnóstico de los males de nuestra sociedad es muy claro. Pero los remedios para curarnos de la enfermedad social de la pobreza no son fáciles. Formamos parte de una realidad compleja que no depende de nosotros. Hay una España de dos velocidades, cuyo mapa corresponde a un Norte rico y un Sur pobre al que pertenecemos. Uno de los mayores fracasos de España es haber consentido que gradualmente se haya producido una divergencia entre unos territorios y otros donde los ciudadanos tienen peor calidad de vida, soportan un precariado laboral y reciben menores prestaciones de servicios públicos.

Una gran asignatura pendiente de nuestras islas es la revisión del Sistema de Financiación Autonómica para hacer efectivo el principio de solidaridad interterritorial. Si sostenemos que las personas que más ganan deben contribuir con mayor esfuerzo fiscal para redistribuir la riqueza entre los que menos tienen -y esta es la base de nuestro Estado del Bienestar- lo mismo debemos impulsar entre los territorios. El fin de la cohesión social es buscar la convergencia entre las comunidades con menores recursos y menos desarrolladas y las más prósperas. Canarias tiene unos servicios públicos mal financiados, que no se adecúan a la realidad de nuestra actual población y que no contemplan de forma suficiente los sobrecostes derivados de nuestra lejanía e insularidad.

A nivel interno, nuestra región padece otro problema añadido. Es inasumible e insoportable que sigamos sosteniendo unos salarios claramente insuficientes para una vida digna. La productividad de un sector económico no puede soportarse sobre la pobreza de la clase trabajadora. Y este es un mal endémico de las islas que se puede encontrar en la agricultura o en el sector servicios. El turismo, que es el motor de nuestro desarrollo, ha generado en otras comunidades, incluso con menores recursos que la nuestra, una industria tan potente que ha creado grandes cadenas internacionales de éxito. Es el caso de las Islas Baleares que con un sector estacional -apenas cinco meses de actividad- tiene empresas transnacionales dueñas de hoteles incluso en nuestra región.

Es difícil que podamos cambiar nuestro modelo productivo. Es el que es. Resultaría mucho más eficiente aprovecharlo mejor. Turismo, comercio y servicios, son potentes motores con los que se mueven miles de millones al año en las islas. Nuestro reto es que esa actividad deje más beneficios en nuestra propia tierra. Que las empresas tengan más beneficios, paguen más impuestos y den mejores salarios a sus trabajadores. Tenemos que transformar esta realidad con inteligencia y voluntad. Y lo que es más importante, sin dejar a nadie en la cuneta.

Mientras somos capaces de propulsar un cambio económico para sentar las bases sólidas de una sociedad más justa, es fundamental que hagamos un esfuerzo para ayudar a los que se encuentran en una situación vulnerable. De nada vale que construyamos una comunidad mejor si dejamos atrás, olvidados en su pobreza, a los que hoy son víctimas de la falta de equidad y de justicia social. Una cosa y la otra son fundamentales.

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