08.11.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
La reunión asamblearia protagonizada ayer en la capital europea por cerca de doscientos regidores municipales independentistas de la comunidad autónoma española hasta hace proco presidida por Carles Puigdemont, ha sido para la UE y sus autoridades algo así como una alcaldada catalanista en Bruselas, con tintes patéticos.
¿Hacía falta que dos centenares de alcaldes se desplazaran a la capital belga para demostrar su apoyo personal al huido Puigdemont, que está dilatando adrede su proceso de encarcelación en España? Uno cree que ese viaje representa un gesto inútil y nos gustaría saber quién o quiénes han financiado esta excursión de claros matices políticos, `porque no creo que hayan sido tan sinvergüenzas de pagar un avión charter, malversando fondos públicos de todos los españoles, lo cual sería muy grave.
Tampoco sé si se puede considerar delito el hecho de que estos dos centenares de munícipios hayan portado hasta Bruselas las varas de mando representativas de su cargo (que no pudieron llevar durante el viaje y que fueron depositadas en la bodega del avión contratado por alguien), porque tenemos entendido que esos bastones de uso protocolario no pueden salir de los respectivos términos municipales.
Ya se sabe que esta gentuza catalanista se pasa las normas comunes y las leyes por el arco del triunfo. Son tan caraduras que viven en una especie de anarquismo y además se les consiente esa actitud, cuando esos alcaldes deberían tener en cuenta que ellos representan a unas poblaciones en las que todos los ciudadanos no quieren la independencia catalana y deberían respetar la diversidad de criterios sobre una hipotética autodeterminación de Cataluña.
Una cosa es que hayan sido elegidos alcaldes democráticamente y otra muy distinta que ellos se arroguen, con las varas en alto, en el extranjero, una representación popular que ciertamente no tienen. Hasta en eso distorsionan la realidad y no entienden que, con su obcecada actitud, están arruinando a su tierra, a la que tanto dicen querer.
De la última intervención de Puidemont en Bruselas prefiero guardar silencio, porque ahora quiere enfrentarse a las autoridades e instituciones europeas. Es un iluminado populista y acabará mal...