27.02.2017. Redacción
Por: Grego Calzadilla
Estamos tan acostumbrados a sobrevivir en un mundo tan lleno de ruido y alboroto, tan saturado de estímulos e información, que ni nos planteamos siquiera pensar que hay algo más ahí fuera. Y tan sólo imaginarlo nos produce terror y desazón.
Tememos quedarnos en silencio porque tememos dejar de existir. Y sin oír el continuo alarido de la mente, ese que alimenta las voces de nuestros miedos y de nuestro omnipresente ego, nos sentimos vacíos e inseguros, y ¡No somos nada¡
Por eso nos es tan difícil y nos cuesta tanto practicar la meditación, porque no le encontramos sentido práctico en nuestro caos vital.
Pero, la verdad, es que nos estamos perdiendo el mejor y más preciado tesoro de la vida. Ese precioso y valioso mensaje que proviene del alma, ese que nos conecta con el Todo y con la Fuente, y que se transmite sin palabras; sólo con sentimientos y sensaciones que emanan desde lo más profundo de nuestro Ser.
La peor y más letal droga, esa que asesina cada día a miles y miles de personas en todo el mundo, es de curso legal. Se llama PENSAMIENTO NEGATIVO y extermina mediante infartos, cuadros agudos de nerviosismo y ansiedad, depresión, intentos de suicidio, ictus, estrés, cáncer y enfermedades de todo tipo. Nos conduce al sufrimiento y a la desolación, y nos resta calidad de vida y felicidad.
Aprendamos a silenciar más a menudo nuestra mente, a escuchar el sabio consejo de nuestro corazón, y hagamos de la MEDITACIÓN CONSCIENTE una práctica habitual y saludable.
Aprendamos a disfrutar de la quietud que nos transmite un arroyo en la pradera, de la indescriptible belleza de una hermosa puesta de sol, de la frágil y delicada fragancia de una flor mecida por el viento, de los cánticos alegres y entrañables de los pájaros en el parque, de la suave voz del inmutable silencio y de la valiosa y necesaria enseñanza que nos ofrece una CONTEMPLACIÓN PASIVA de la Creación.