05.11.2019 | Redacción | Opinión
Por: Patricia Pérez Rivero
Margua
Todos en alguna situación de nuestra vida hemos empleado la palabra no para distintos momentos. Desde no quiero más de comer, no tengo ganas de salir hoy, no estoy de humor para chistes, no gracias yo voy sola, no me gustan las películas de terror… hemos utilizado en innumerables ocasiones el no, para dejar claro que es lo que no queremos e inclusive algunas personas aún les cuesta decir que no, en instantes donde no nos percatamos de que hacemos más cosas de las que debemos.
Pero qué sucede cuando decimos alto y claro ¡NO¡ y los siguientes segundos de nuestra vida pasan a manos de un tercero o tercera que cambia nuestro ¡NO¡ por un ¡SÍ¡. Es ahí cuando nuestro ¡NO¡, ese que nos protege, que nos cuida y nos podía evitar mucho dolor desaparece y quedamos ante un ¡NO¡ que marca en ese día y permanece durante el tiempo con nosotros en mayor o menor medida, según nuestra forma de superar las experiencias que hayamos vividos.
Cuando ese momento llega, se filtra en la piel y marca cada zona de nuestro cuerpo, hasta que nos invade por completo, apoderándose con cada acción, movimiento, palabra que recibimos por parte de esa tercera persona que solo desea disfrutar abusando, porque la negación es lo más le excita. Se alimenta de nuestro ¡NO¡, de nuestra debilidad en un una situación que jamás pensamos vivir, de nuestro terror por no salir con vida, del pánico por no acceder a sus peticiones inhumanas y perder a nuestros seres más queridos.
Nuestra piel comienza a deteriorarse, sentimos como nos rompemos de dentro hacia fuera, nuestra fuerza de voluntad desaparece, nos invade una oscuridad permanente y ese pequeño instante se convierte en una eternidad. Uno pensando que ante una situación en que una tercera persona nos quiera violar, usemos un ¡NO¡ como referencia a que no estamos dispuestos a vivir una situación tan desagradable, repugnante y lamentablemente imborrable porque es un acto que vive con nosotros día a día.
La violación es difícil explicarla, hablar de ella es entrar en un terreno peligroso, entran tantos condicionantes, condiciones, situaciones, vivencias personales, edades, lugares, formas de matar la piel bajo la dominación del abuso y dolor. Incomprensible entender que empuja a un humano a dañar a otro, desde ese ¡NO¡, llevar a la víctima a un mundo vacío. Donde el hablar si tienes la “fortuna” de haber salido de esa situación, te empuja a un mundo sin luz. Un mundo que te cuestiona, una ley que no te protege, personas que una y otra vez te preguntan lo mismo de mil formas para corroborar tu “supuesta verdad», que tú entorno más íntimo sepa qué te paso, cómo te paso porque en gran parte de los casos…es la pregunta más reiterada, qué sientas que todo el mundo sepa tu peor momento, pero nadie entiende que sentiste tú, que le pasó a tú piel maltratada, a tú mente castigada, a tus ojos que no dejaron de llorar desde que tus labios pronunciaron el…¡NO POR FAVOR, PARA¡
Buscas consuelo en las personas que te designan para casos de esta magnitud, charlas, grupos de apoyos, cambiar hábitos de vida para evitar recordar, pero todo queda en eso, en nada. Porque tú alma atormentada se quemó, porque tu cuerpo cambió, porque te ves y no te reconoces en el espejo, te alejas de todo por miedo, te alejas de ti porque la violación te penetro y es constante en ti. En cada paso que das te sigue, te pesa, te arrastra a verte distinta, te pones límites, te da por empezar a controlar todo lo que sucede a tu alrededor para estar segura que no volverá a ocurrir. El tiempo transcurre, la gente deja de hablarte del tema, la pena que provocas desaparece y comienzas a sentir lástima por ti misma, porque por más apoyos, por más entorno, esas noches a ti te robaron, usaron y violaron tú libertad, creando una nueva mujer que no sabe como hacer, que paso dar, para que esas noches no sigan de día….porque te castigas a ti misma pensando que tu eres el problema, que es tu culpa, te vuelves loca por comprender qué pasó, ¿por qué a ti?….
Ves que para muchas preguntas tuyas, no hay respuesta lógica y entras en un laberinto de miedos, de ver en muchos ojos la mirada del abuso, del dolor….Los grupos de apoyo no son suficiente para ti, es tu edad muy joven para vivir con esas noches durante muchos años… Acabas cambiando tu forma de verte, de ver el mundo, el tiempo te ayuda a canalizar pero tu sabes donde está tú marca. El tiempo te recuerda también que noches fueron en la que tu inocencia se perdió y jamás volvió. Te pones la mejor coraza que pudiste hacerte a ti misma, por protegerte, por cuidarte, por lo poco puro que quedó en ti y porque ese ¡NO¡, en las mentes más sucias es un: ¡HACES LO QUE TE DIGO, SI SIGUES GRITANDO TE DARÉ MÁS¡
El tiempo fue el único a parte de ese ser humano que estuvo ahí, en esas noches…el tiempo te fue fiel y no te fallo,
porque con el tiempo aprendiste a caminar sin inocencia y tu parte más pura pero siempre el tiempo estuvo ahí.
Este artículo está redactado desde el mayor de los respetos a personas que saben de lo que hablo, no todos vivimos esa experiencia igual o parecida, pero si la llevamos todos con nosotros cuando la vida te hizo vivir ese momento tan desgarrador. Gracias a todos esos profesionales que están ahí, ayudando a esas personas a salir de su oscuridad, que aunque no se van resultados inmediatos, como bien sabemos todos, el tiempo tiene el papel más fundamental en esta historia. Usa ese tiempo infinito para ir saliendo poco a poco de ti, para que esa muerte en vida se pueda convertir en una resurrección. Porque tú lo mereces y porque ese ser, ya te hizo daño una vez….no dejes que sea para siempre… Ese momento vive en ti, pero no vivas tú en ese momento. Espero no haber fallado, ni faltado a nadie, porque estas líneas han sido las más duras y difíciles de mi vida, pero tal vez necesarias para mi. ¡Gracias¡