06.05.2017. Redacción / Opinión
Por: Paco Pérez
Ha vuelto a circular estos días en las Islas, por la emisión de un reciente programa vespertino en Radio Club Tenerife, de la cadena Ser una leyenda urbana, basada en unos hechos no obstante reales, que tuvieron lugar en aguas de la Isla de El Hierro en plena I Guerra Mundial.
Según cuentan, en la mañana del día 8 de septiembre de 1917, unos pescadores muestran su enorme sorpresa, por ver cómo emerge de las aguas de la bahía del puerto de La Estaca una enorme mole, que resultó ser un submarino de la Armada alemana, por lo que los incrédulos habitantes de la zona avisaron urgentemente, como pudieron a las autoridades de la capital insular.
Pasado un buen rato hizo acto de presencia el alcalde de la Villa de Valverde, la principal población herreña, que conminó al comandante del submarino y su tripulación a que se alejaran de la Isla y a que mientras permanecieran en aguas españolas les exigía que junto a la bandera alemana figurara la enseña nacional de nuestro país.
Sea como fuere, lo cierto es que el alcalde, un hombre mayor de barba larga y cana, llamado Juan Ayala, fue invitado a conocer el submarino por dentro, a lo que seguramente por una ansiosa curiosidad accedió, con tal suerte que el capitán aprovechó el momento para secuestrar a la primera autoridad municipal, decidió sumergir el submarino y partió hacia algún lugar desconocido.
Este supuesto hecho despertó la alarma entre los familiares del alcalde, entre ellos su preocupadísima mujer, otros compañeros ediles del consistorio y la mayoría de la población herreña, porque la noticia de la desaparición del submarino con el alcalde dentro corrió como la pólvora por toda la Isla.
Al parecer, el submarino alemán regresó al Puerto de La estaca el 17 de septiembre, con el alcalde sano y salvo, que se despidió en la escotilla del sumergible muy efusivamente del capitán germano, lo que llamó la atención de los numerosos testigos congregados en el muelle.
Lo curioso de toda esta especie de leyenda urbana es que, preguntado por sus convecinos de forma insistente, el alcalde no desveló ningún misterio de la sucedido y con una especie de sorna, en los días y meses posteriores a los hecho, siempre se limitó siempre a decir algo así como "si les digo lo que pasó, les miento". Y, por lo que cuenta la leyenda, ya digo que basada en hecho reales, don Juan Ayala se marchó al otro mundo sin desvelar un solo detalle de su estadía en el submarino de guerra alemán.
¿Qué les pareció el asunto? Ustedes, amables lectores, son libres de pensar lo que realmente les apetezca. ¡Hasta otra ocasión¡