09.05.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
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El desaparecido Bar Alemán y la calle de La Carrera forman parte de la historia de La Laguna. El citado bar estuvo abierto durante décadas en la histórica ciudad, ubicado en los bajos del Casino, en dicha calle, la principal vía del casco urbano, que debe su nombre a que en ella se celebraban carreras de sortijas a caballo.
Según algunos historiadores, la primera de esas carreras de jinetes montados a caballo tuvo lugar en el año 1527 y se desarrolló entre San Lázaro, en la villa de Arriba, y la Plaza del Adelantado Fernández de Lugo, popularmente conocida como la de Abajo. La competición transcurrió precisamente por la calle que luego fue "bautizada" como de La Carrera, nombre por la que es conocida aún estos días y no por su denominación oficial que es la de Obispo Rey Redondo, un antiguo prelado de la Diócesis Nivariense.
Las carreras siguieron celebrándose durante muchos años, hasta que a mediados del siglo XVIII la via es adoquinada con piedra volcánica basáltica, motivo por el cual los equinos no pudieron correr a partir de entonces por esa calle.
El Bar Alemán, por su parte, marcó toda una época en la ciudad, como foco de atracción social, con una numerosa clientela de la burguesía local, compuesta fundamentalmente por comerciantes de la zona y profesionales de diversas ramas del saber, como profesores, médicos, abogados, arquitectos y aparejadores o jueces y notarios.
El establecimiento contabacon una larga barra situada en la parte derecha del local, mirando fdesde la entrada, y disponía de varias mesas y sus correspondientes silla en la parte izquierda.
Las damas, siempre acompañadas, solían consumir sentadas junto a las mesas y los caballeros de pie frente a la barra, por los prejuicios del pasado, ya que estaba mal visto que una señora tomara algo de pie y menos aún en medio de varios hombres.
El Alemán cerró sus puertas en el año 1974, ya que el conocido empresario y prestamista Quintín Melo Benito mandó derruir del Casino y construir en el solar un edificio de viviendas, en la época del mal entendido desarrollismo urbanístico que sufrió por aquellos años el casco histórico lagunero.
Uno de los camareros más conocidos de aquel establecimiento se llamaba Federico. Era un hombre alto y flaco, siempre con chaqueta blanca y corbata negra de pajarita, que era uno de los encargados de servir en las mesas, donde se degustaban sabrosas tapas de ensaladilla alemana, muy que era una de las especialidades de la casa y que sobresalía por su peculiar sabor.
En la actualidad, desde 1976, abrió otro bar en el mismo lugar, que se llama La Carrera, aunque muchos laguneros aún hoy se refieren al establecimiento como el Bar Alemán. Y sigue siendo un importante punto de reunión de muchos residentes en el casco urbano.