03.09.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Poco positivo se puede esperar de un personajillo de baja estofa y de origen italiano, discípulo de Silvio Berlusconi, que hace televisión solo para ganar dinero y menos aún de una madre periodista de avanzada edad que airea por la pequeña pantalla --junto a sus dos esperpénticas hijas y a su marido cómico argentino-- sus caprichosas compras y un lujoso tren de vida, basado en el surrealismo vacío de su propia existencia.
Me refiero, en concreto, a un tal Paolo Vasile, el magnate televisivo --alumno aventajado del patético ex-primer ministro de aquella república latina--, el gran jefe de Tele 5, que va por ahí diciendo que su cadena no hace "telebasura", porque quien afirma tal realidad ofende a la audiencia, a los ciudadanos" que ven sus programas, intragables para quien esto escribe, aunque estos espacios le guste a un tercio de los espectadores de este país, lo que refleja la triste realidad del nivel cultural de nuestros compatriotas.
Vasile parece ser un hombre amoral, sin apenas ética profesional, y mantiene que lo importante es hacer televisión para ganar dinero y cuanto más, mejor, lo cual me parece muy bien porque los empresarios invierten en una compañía para obtener beneficios, pero está claro que ello no debe impedir que los medios de comunicación se comprometan con ofrecer cultura y educación, uno de los objetivos básicos del buen Periodismo (con mayúscula).
Este ricachón de la península italiana asegura también que las televisiones no tienen que "dar lecciones a nadie, porque a los espectadores no hay que mejorarlos ni educarlos, sólo quererlos". Tremendo código ético el de este personajillo.
Don Paolo, que es muy listo --eso nadie lo puede negar-- se cargó hace unos meses el programa de actualidad de los fines de semana de Teresa Campos, por un marcado descenso de audiencia . Para compensarla en el final de la carrera a la presentadora malagueña nacida en Tetuán (Marruecos) le encargó una serie de varios capítulos, en los que la veterana periodista, junto a sus hijas Terelu y Carmen y a su último marido, Edmundo "Bigote" Arocet, presumen de las tonterías y babiecadas de su vida diaria, como si se tratara de "El discreto encanto de la burguesía", aquella magistral película de don Luis Buñuel.
Algunos dirán que soy un demagogo, pero no es justo que estas señoras y su adjunto anden exhibiendo sus malos gustos y sus increíbles caprichitos, cuando en este país nuestro hay niños que solo comen una vez al día y no todos los días.
Aunque la culpa, en realidad, no es de ellas, sino del gran jefe Vasile y, sobre todo, de muchos de ustedes, queridos lectores, que pierden el tiempo viendo este tipo de programas y que, de paso, enriquecen a unos pocos con su visión. Lo expreso como siento. Y eso...