20.04.2020 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
El sector de la construcción genera siempre confianza por su idoneidad expansiva y en Canarias tiene una repercusión considerable, por lo que aporta y significa, siendo bien conocida su capacidad como generador de empleo y demandante de suministros de otros sectores económicos, a los que hace trabajar con más alegría. Mantiene un notable protagonismo en el sistema productivo, representando una de las actividades más dinámicas de la economía. Crea directamente e induce la ocupación laboral en muchas tareas que, no tendrían actividad si no fuera por el empuje que produce. La construcción de viviendas, un bien de primera necesidad, refugio personal o familiar, además de derecho constitucional y las infraestructuras, con importantes impactos en la productividad de todos los sectores, sirviendo para vertebrar territorio, unificar espacios, dar servicios esenciales y potenciar el ciclo económico general, son la mejor receta para reactivar la economía. Siempre ha funcionado y seguro que también resultará conveniente aplicarla en estos momentos.
Los empresarios y las empresarias de la construcción, estamos acostumbrados a sobreponernos a las dificultades, porque como decía Simón Bolívar: “el arte de vencer se aprende en las derrotas”. Saldremos de esta crisis aprendiendo de lo que estamos viviendo. Estamos en disposición de aportar experiencia, sacrificio, empuje para recomenzar. Saldremos adelante, porque tenemos la obligación de alzar a nuestra tierra, Canarias se lo merece y la construcción se lo ofrece, lo conseguiremos. Tenemos la capacidad operativa para intentarlo, la preparación técnica y profesional para asegurarlo, la experiencia del esfuerzo en tiempos difíciles, la fortaleza que da el esfuerzo cotidiano y sobre todo, las ganas de asumirlo. La amplitud de sus actividades da la magnitud verdadera de su potencialidad, quedando conformado su tejido empresarial mayoritariamente por pymes y autónomos, toda una reconfortante dilatación social
Tenemos que construir sobre lo construido, que es sencillamente rehabilitar, reformar, conservar o mantener, pero también, hay que edificar obra nueva, la demanda está pidiéndola imperiosamente, las necesidades son muchas y la respuesta está en la eficiencia energética, la accesibilidad universal, la digitalización, productos novedosos, nuevas formas constructivas, para hacer la vida más confortable. Modernización que significa incorporar las mejores soluciones constructivas o tecnológicas, que permitan mejorar los plazos, los costes y la calidad de las nuevas promociones. Innovación constante junto a una actualización sistemática, hace que estemos preparados para afrontar los retos actuales, que siempre nos exigen vencer el temor al fracaso a base de mucha constancia.
A partir del año 2008 nos afectó duramente una recesión que anuló casi por completo la capacidad de respuesta, desapareciendo miles de empresas, dejando muy deteriorado la propia viabilidad empresarial. Fuimos los damnificados de una situación que nos produjo mucho dolor, incluso el suministrado por quien nos hizo culpable de lo que hicieron mal otros. Pero nos levantamos, nos ha costado sobremanera, incluso renqueando seguimos adelante y hemos llegado a recuperar el puesto estratégico que estamos dispuestos a liderar de nuevo, a saber, ser la locomotora que arrastre a toda la economía, por una senda de crecimiento económico y desarrollo social, que propicie más calidad de vida y mayor bienestar social.
Siempre es recomendable recordar que uno de los factores más importantes en el desarrollo de un territorio viene dado por la construcción de nuevas infraestructuras y viviendas que contribuyan a potenciar la actividad económica y la creación de empleo. Ahora hay que apostar sobre seguro, no estamos para perder el tiempo con experimentos, pongamos por obra con entusiasmo lo que siempre ha funcionado, a saber, que el sector de la construcción provoca sinergias positivas que posibilitan confortabilidad existencial.