20.02.2017. Redacción
Por: Antonio Hernández Lobo
Director del Área de Educación. Delegación del Gobierno en Canarias
Han comenzado con buen pie las reuniones de la Subcomisión que podría derivar en el primer gran acuerdo educativo de la historia de España, conocido como Pacto de Estado Social y Político por la Educación. Si de algo han adolecido algunas de las anteriores disposiciones legislativas en materia educativa ha sido de la poca implicación y participación de la comunidad educativa en las mismas. En esta ocasión han sido los primeros en ser convocados. Profesorado, familias y alumnado han sido los primeros en ser convocados a través de sus respectivas asociaciones.
Lo que no cabe duda es que el profesorado será el pilar fundamental del futuro pacto, el modelo de su formación, evaluación y progresión de los docentes. Además debe entenderse la autonomía de los centros como un factor de la propia calidad, sin menoscabo a que el desarrollo del proyecto educativo del centro deba tener en cuenta los estándares de aprendizaje requeridos por el propio sistema. Por otra parte es el mismo profesorado el que realmente conoce, en base a factores de carácter empírico, el resultado de los distintos procesos de enseñanza-aprendizaje en cada caso. El profesorado necesita el apoyo y reconocimiento suficiente como los verdaderos artífices en la formación de nuestros niños y jóvenes.
Para ello, el profesorado debe disponer de las mejores herramientas para afrontar la gran labor que realizan en cada uno de los centros, volviendo a impulsar el prestigio de la figura del maestro/profesor. Así mismo, su promoción profesional debe basarse en el desarrollo de la investigación y en la trasferencia de conocimientos a la sociedad en la que están inmersos.
En relación a las familias, padres y madres, como primeros educadores de sus hijos, tienen la responsabilidad de implicarse en todo el proceso educativo. Todo ello desde la propia libertad de los mismos a elegir la mejor educación para sus hijos, avanzando en distintas fórmulas de ayuda y colaboración desde los estándares de conciliación entre el mundo laboral, la familia y la escuela.
Y por último, el alumnado, al cual se le debe ofrecer un sistema educativo que persiga la igualdad de oportunidades y que se ajuste a los intereses y necesidades de cada alumno. Con un sistema de ayudas y becas más justo y equitativo donde confluyan situaciones económicas desfavorables, pero también la cultura del esfuerzo y la excelencia, evitando principalmente el abandono escolar por razones sociales y económicas.
No quería concluir sin una premisa a la que debemos tender todos los que de una forma u otra participamos en la consecución del deseado Pacto, me refiero a la apuesta por una escuela inclusiva, con especial atención al alumnado con necesidades educativas especiales y al alumnado de altas capacidades. El trabajo conjunto entre profesorado, familias y alumnado para que encontremos en el sistema educativo las mejores opciones para cada uno de los alumnos.