30.04.2017. Redacción / Opinión
Por: Paco Pérez.
Los presuntuosos periodistas de postín parece que se ocupan sólo de temas que ellos consideran de especial relevancia, pero yo que soy un humilde escribidor de pueblo me gusta preocuparme de las pequeñas cosas y opinar de las mismas; describir la diversas situaciones como buenamente sé, sin pretender ningún premio ni reconocimiento.
Me pregunto si ustedes tendrán la misma sensación que yo, pero mientras el Instituto Nacional de Estadística se empeña todos los meses en afirmar que la inflación evoluciona de manera negativa, yo compruebo que los precios de la cesta de la compra se disparan de forma permanente y continua y, desde luego, ya no se ven en las grandes superficies aquellos carros repletos de productos en los primeros días de cada mes..
Ahora la gente compra por bolsitas, al por menor, y hasta los plátanos por unidades y no por manillas, como toda la vida. Como estoy jubilado por enfermedad, tengo más tiempo para fijarme en esa pequeñas cosas y comentarlas con mis contactos a través de Facebook.
Hay anécdotas curiosas, aunque tristes. El otro día oí como una señora le decía a otra en una carnicería donde venden las albóndigas pre-preparadas para enharinarlas y freírlas, que ella compraba una bandeja y después dividía las bolas de carne en dos y las volvía a hacer redondas, para duplicar el número de unidades y que, gracias a esa "maniobra" los platos, al servirlos, parecían más "llenos".
Muchos consumidores, por otra parte, han dejado de utilizar en sus cocina el aceite de oliva, por su elevado precio (eso sería muy discutible, por sus prestaciones y beneficiosos en la salud) y prefieren ahora gastar aceites de semillas, de mucha peor calidad.
Otras personas, por cuestiones de poder adquisitivo, ha renunciado a consumir agua mineral embotellada y han decidido volver a tragar agua del grifo, con la excesiva mala calidad que tiene en muchos municipios canarios, como La Laguna, llena de cal y de residuos y, cuando no desalinizada, como en las Islas orientales de este Archipiélago.
En fin, que la crisis, como comentaba recientemente, avanza continua e inexorablemente, que las cosas están cada días más caras, que los sueldos (quienes los tienen) se estancan o disminuyen y que el caminar del día a día se hace más costoso para la gran mayoría de nosotros.
El que afirme lo contrario, o es un ricachón o no ha pisado la calle en su puñetera vida.