20.11.2021 | Redacción | Opinión
Por: Christopher Rodríguez
Técnico en Administración de Empresas.
Escritor, autor de la novela “El Lince”. Mercurio Editorial. Año 2020
Aunque todavía veamos imágenes de los líderes mundiales felicitándose por los acuerdos logrados al final de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26), no debemos caer en la complacencia y pensar que la solución a la crisis climática está encarrilada ya que los resultados son insuficientes para evitar el umbral de calentamiento de 2,7º C al que nos dirigimos, muy lejos del objetivo de 1,5º C marcado en el Acuerdo de París (COP21) de 2015.
Esto no quita para que en la COP26 también haya habido avances en materia de adaptación climática, ya que los países ricos han empezado por fin a responder a las peticiones de fondos y recursos de los países en desarrollo para hacer frente al aumento de las temperaturas. Además, en esta conferencia, por primera vez en sus casi 30 años de historia, se ha mencionado explícitamente la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, aunque a última hora algún país introdujera cambios que han suavizado el logro.
Otro de los grandes logros de la COP26 ha sido el acuerdo general en materia de mecanismos de mercado y para las transferencias internacionales de reducción de emisiones, aunque los aspectos técnicos para su implementación tendrán que seguir siendo discutidos en los próximos meses.
Además, se ha acordado de forma definitiva el programa para la definición del objetivo global de adaptación, para la que se duplica la financiación de cara a 2025, de tal manera que los países desarrollados aporten los prometidos, 100.000 millones de dólares al año, que los países presenten sus planes climáticos revisados para 2022, incluyendo una disminución de las emisiones de CO2 de un 45% hasta 2030, además de alcanzar emisiones netas cero para 2050.
En relación a la participación española en la Cumbre, hay que mencionar que España firmó la propuesta en el marco de Naciones Unidas para comprometerse a poner fin a la financiación pública del carbón y a las subvenciones a los combustibles fósiles a finales de 2022. España anunció también una aportación de 30 millones al fondo de adaptación en 2022 y se ha comprometido en esta Cumbre a aumentar en un 50% su compromiso financiero actual hasta alcanzar 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025, lo cual es un paso en la buena dirección.
Aun así, lo conseguido en Glasgow, y especialmente los planes climáticos nacionales, son científicamente insuficientes para mantener vivo el límite de los 1,5º C de calentamiento global. En 2022 los países tendrán que volver con objetivos más fuertes y decididos, y tiene que ser la sociedad civil la que exija que se planteen acuerdos que aborden de manera contundente la crisis climática y de biodiversidad que estamos padeciendo.
Imagen: Christopher Rodríguez. Técnico en Administración de Empresas. Escritor, autor de la novela El Lince. Mercurio Editorial. Año 2020.