10.12.2019 | Redacción | Opinión
Por: Rosario Valcárcel Quintana
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
En esta muestra titulada Juego de niños. Encuentros y desencuentros, Osvaldo se ha puesto a jugar, e igual que un niño ha canalizado su afición lúdica dejando que las sensaciones fluyan entre miradas y sentimientos que le llaman la atención. Y nos ofrece fotografías que son un juego entre lo racional y lo infantil, entre las penas y las glorias de este mundo irracional.
Sentado frente al ordenador indaga constantemente en las posibilidades estéticas de su trabajo, de un trabajo que realiza desde lo alto de su piso, décimo séptimo con vistas al mar de Las Canteras, en el que vive con Pilar, la muchachita de su vida, como él la llama.
Y exorciza elementos, descubre el horizonte y la danza de las olas, cruza el raso cielo y el arrebato de la luz. Y crea su personal emoción de lo relevante, algunas veces con un tratamiento cubista y planos simultáneos y otras en asociaciones de imágenes repleta de lirismo y movimiento que son una de las claves de esta exposición.
Y sobre todo repleta de pensamiento, como las fotografías de las plataformas petrolíferas, y en especial la titulada plegando el horizonte: Imagen de las petroleras y el impacto que produce el derrame del crudo en una Naturaleza que grita por sobrevivir. Una fotografía de gran belleza en la que no se puede obviar las dos caras de esta realidad ecológica.
Para este juego de niños, Cipriani parte de la poesía del humanismo que transforma a la naturaleza en humana y a lo humano en aventura. Y me confiesa:
-Intento mostrar una verdad transcendente, para descartarla, puesto que en la realidad no hay nada transcendente. Pero tampoco hay realidad. Hay quizás, un caleidoscopio vertiginoso que deja entrever algunas formas de posibles acciones.
Y entre esos pensamientos nos desvela la activación del cuerpo, el “yo” terrenal y la manifestación del amor, la entrega, la desnudez que dicen, que expresan, sugieren en la sensualidad de un abrazo entre un fondo íntimo. O en el desnudo cándido de una muchacha extasiada ante una ola. Una ola que se niega a ahogarse al llegar a la orilla y se desata en el juego de la muerte.
Y nos sumerge en una escena teatral, en el que presenta cuatro mujeres cubiertas totalmente de una malla con gestos aparentemente interrumpidos. La imaginería religiosa en el que la Cruz recuerda la muerte de Cristo. Y se compromete con el sentimiento trágico de la violencia de género y la igualdad. Las tensiones dramáticas. No olvidemos que nuestro artista desde muy joven terminó sus estudios de Arte Dramático en Argentina, y eso es un tesoro que germina de una forma natural.
También podemos ver en Juego de niños: lienzos en los que asoma el paisaje colmado de matices azules y verdes entre los grises, y el color tierra que dan sensación de armonía y enlace entre ellas.
Y aunque sabemos que lo invisible es un desafío para la fotografía, Osvaldo ha dedicado más de treinta años a la enseñanza de la fotografía. Ha expuesto en varias partes del mundo, como España, Italia, Francia, Argentina, Corea o China, entre otras actividades, y tiene el ojo muy entrenado, tanto que consigue visibilizar lo fantástico, aquello que decía Borges la fantasía en el arte. Y dentro de la fantasía, Cipriani crea visiones poéticas que parecen rastros de nubes libres, tan libres como las líneas del horizonte jugando con las visiones del agua.
Afirma el artista que ha titulado a esta exposición Juego de niños, porque nada, fue nunca tan profundamente real y, por supuesto, trascendente, como nuestros juegos de niños.
Una exposición que pueden ver en el Club La Provincia, León y Castillo, 39. Las Palmas de Gran Canaria, hasta el 27 diciembre.