17.09.2017. Redacción / Opinión.
Por: Rosario Valcárcel Quintana
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¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?/ ¿Por qué con humildad no he de quererte, /si en ti fui niño y joven, y en ti arribo, / viejo, a las tristes playas de la muerte?
No sé si en algún lugar del mundo un poeta ha tenido un nieto como el periodista José Rivero. Un hombre de corazón grande y generoso quien comprendió que debía cultivar la memoria humana y literaria de su abuelo, Domingo Rivero. Un Museo auténtico, capaz de unificar arte y vida, un punto de encuentro para un público amplio, para todos.
Y durante algunos años, Luis y yo nos tropezábamos con Pepe Rivero, como le llamamos, y nos confió el proyecto del Museo que, tanto él como su esposa, María Luisa Estévez, trabajaban con firmeza día a día, centímetro a centímetro. Hablábamos de lo que hacíamos o pensábamos hacer cada uno de nosotros. Mientras él se negaba a los problemas, a la tristeza de su frágil salud. La procesión iba por dentro.
Lo consiguieron. Y el 14 de septiembre del 2012 con un proyecto del curador Diego Casimiro inauguramos la exposición Poema al mar. Homenaje a Néstor. Hoy un lustro más tarde celebramos otra exposición internacional, Homenaje a Domingo Rivero.
Homenaje a un poeta de creación tardía, discreto y silencioso que hizo de la poesía su quehacer habitual, aunque solo publica algunos sonetos en la prensa. Aficionado a las peleas de gallos, a la lucha canaria vivió en París, Sevilla, Madrid y en la ciudad glacial y laberíntica de Londres, sintió la grandeza y limitación, la vitalidad y la pasión de otra lengua. Traduce a Shakespeare y a otros poetas, evoca su alma viajera y la relación estrecha con los espacios a los que les tenía apego, compartiéndolo y conmemorándolo en sus letras y en sus imágenes.
A veces sobre el mar pasa una nave/ que se pierde a lo lejos como un ave /que empuja el viento del destino esquivo… / Son emigrantes. ¿Volverán? ¡Quién sabe¡
La obra de Domingo Rivero se conoció unas décadas después de su fallecimiento, gracias a los trabajos de Manuel González Sosa, Andrés Sánchez Robayna, Arturo Maccanti, al libro que publica Jorge Rodríguez Padrón titulado poeta del cuerpo y a la labor recopilatorio de Eugenio Padorno quien considera que el poema “Yo a mi cuerpo” representa una de las cimas líricas de la Poesía canaria.
¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo? / ¿Por qué con humildad no he de quererte, /si en ti fui niño y joven, y en ti arribo, / viejo, a las tristes playas de la muerte?
Domingo Rivero, despoja la palabra de velos, desgarra sus entrañas y logra mostrar un aliento auténtico y personal. Puro, en su más bella desnudez. Yo, a mi cuerpo. Uno de los poemas más justificado de la poesía modernista española. Un modernismo que afirma el poeta tinerfeño Carlos Javier Morales, de emoción interiorizante y depurado.
Con el Homenaje a Domingo Rivero, logra Diego Casimiro desplegar las fuerzas artísticas y la imaginación de los veinte seis pintoras/es, que navegan por los mundos interiores del poeta, siguen su huella, penetran en su universo y reviven la belleza que nos ha dejado en sus gestos, en la memoria de su poesía.
Así han podido concebir lienzos inspirados en la persona del poeta, inspirados en el olor del mar y de los barcos, en el color del paisaje de su tierra. Composiciones íntimas repletas de un misterio lírico que nos atrapa. Retratos que destacan sobre fondos neutros realizados en contornos oscuros muy marcados u otros con bellos contrastes cromáticos. Coincidencias entre la poesía y el pincel. Óleos, pasteles y acrílicos, texturas pintadas con espátula o pinceles con un tratamiento realista o surrealista, simbolista o vanguardista.
Con esta Exposición Homenaje a Domingo Rivero han logrado l@s artistas mirar con curiosidad el paso del tiempo, la pureza y la negrura, la virtud y las emociones de un poeta que ya ha cumplido más de ciclo y medio de su nacimiento. Han conseguido que el sentimiento que unía al poeta con el nieto Pepe Rivero siga presente.
Ha alcanzado Diego Casimiro que la Exposición Homenaje a Domingo Rivero esté tan viva como el corazón del poeta que, gracias a sus versos, aún late entre nosotros.