12.08.2017. Redacción / Opinión.
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
El tráfico rodado de vehículos a motor en Tenerife tiene muchos días colapsada a la Isla, sobre todo en las horas puntas de los días laborables. No es una situación excepcional, sino algo usual, porque no contamos con las infraestructuras viarias adecuadas nu nunca se previó con la suficiente antelación que esto iba a convertirse en un auténtico infierno para decenas de miles de personas.
Una Isla pequeña, de apenas dos mil kilómetros cuadrados de superficie, que soporta una presión demográfica tan fuerte (más de un millones de almas, cifra a la que hay que sumar millones de turistas extranjeros) empieza a ser un territorio donde es difícil vivir con una cierta calidad.
Esta Isla está muy desorganizada y empieza a ser un desastre. Ni el Cabildo tinerfeño ni ninguna otra institución pública --que uno sepa-- ha encargado un estudio sobre la movilidad laboral de la población activa no se saben cifras más o menos reales de la cantidad de traslados diarios que se realizan entre unas y otras localidades, ni para qué ni por qué motivos.
Y eso no es serio. No se puede hacer cálculos aleatorios y muy sesgados (según los intereses de cada momento y circunstancia) y después ponerse a intentar solucionar problemas que se tornan crónicos, por lo que su solución se hace cada vez más complicada y difícil
No existe una red de transporte colectivo interurbano suficiente, los precios de las guaguas son excesivos, las líneas muy deficientes (excepto las que son rentables, faltaría plus) y la Isla tiene un parque automovilístico tan descomunal, que el número de coches casi iguala al de habitantes.
Muchas poblaciones carecen de plazas de aparcamiento para tantos vehículos, por lo que los problemas de movilidad y de tránsito se multiplican.
En definitiva, una Isla muy bella, de enormes atractivos naturales --hace unos años serena, tranquila y apacible-- se está convirtiendo penosamente en un territorio infernal. Y en eso, queridos lectores, tienen mucha culpa los dirigentes de Coalición Canaria, que han gobernado Tenerife y el Archipiélago en los últimos cuarenta años, que no previeron estas situaciones, que no supieron planificar el futuro y, lo voy a decir de una vez por todas, que no sé dónde han metido e invertido tanto dinero público que han manejado, de todos nosotros y de las propias instituciones locales, nacionales y europeas durante todos estos años.