Hasta luego, Manolo Erice, gran periodista y persona

13.08.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Me enteré a última hora de la tarde del domingo por una llamada de mi compañera y amiga Yolanda Arenas, que me dio la triste noticia: "Ha muerto Manolo (Manuel Erice Oronoz), a los 52 años, víctima de un cáncer" y me quedé en treinta y tres, porque no sabía qué responderle. Una mala nueva que no me hubiera gustado oír nunca.

Manolo trabajaba desde hace unos años como corresponsal en Washington del diario "ABC", del que había sido delegado regional en diversas partes de España y subdirector del mismo, además de pasar por jefaturas de distintas secciones del periódico, pero finalmente logró su sueño de vivir en la capital de los Estados Unidos, una ilusión cumplida desde que era un niño. Su otra gran pasión era el Real Madrid, en donde le hubiera gustado jugar en sus años mozos.

Hablé por primera vez con Manolo, por teléfono, en verano de 1989, cuando se había recién licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, su tierra natal. El director y propietario de "El Día" me había nombrado unos meses antes secretario general del periódico, una vez terminada mi etapa de jefe de Redacción junto a Juan Sánchez Quintana, otro compañero ya tristemente desaparecido.

Don José Rodríguez, por aquel entonces, me había encargado el fichaje de varios periodistas que hubieran terminado sus estudios universitarios recientemente y yo tenía un libro en mis manos con la Curricula de todos los alumnos licenciados. Tras analizar el historial académico de toda aquella promoción de 1988/89, le propuse a mi jefe unos diez candidatos.

Después de ver mi propuesta, don José me dio permiso para llamarles en su nombre y concertar con los que quisieran venir unas determinadas condiciones laborales, como es usual en estos casos.

Horas más tarde me puse a llamar a todos ellos, entre los que estaban, además de Manolo Erice, Raúl Gorroño (actual redactor jefe de Cultura de "El Día"), Joaquín Catalán (que es ahora director de "La Opinión"), Alberto Uriona (que volvió a la Península unos meses después) y otro joven llamado Pasqui, del que nunca supe más de él. 

Los cinco recién licenciados aceptaron las condiciones de trabajo y se vivieron a Tenerife sin pensárselo dos veces, muy ilusionados por la oferta que se les hizo.

No sé si Manolo Erice era el mejor del quinteto, pero pronto advertí que sus ambiciones profesionales iban más allá de trabajar en un periódico de provincias, por muy importante que este fuera. Y se marchó, primero a Las Palmas, donde fue redactor de "Canarias7" y más tarde fichó por el diario nacional "ABC", donde fue ascendiendo rápidamente, como una estrecha fugaz, hasta hacerse con la Subdirección del rotativo y el encargado de poner en marcha su edición digital

No obstante su triunfo profesional innegable en España, él siempre quería terminar en Washington, como así ha sido.

Su labor más importante al frente de la corresponsalía en la capital del imperio fue cubrir, de cabo a rabo y como una sombra de Donald Trump, la primarias y luego toda la campaña electoral del actual presidente de los EE.UU, experiencia de la que publicó un exitoso libro y por la que obtuvo el premio al mejor periodista de la Academia americana.

Pero un cáncer se atravesó en la carrera de este hombre excepcional. Y no lo digo porque ahora se haya ido entre nosotros, sino porque es la auténtica verdad. Nunca le oí a Manolo quejarse por nada ni estar contrariado. Antes, al contrario, siempre estaba de buen humor y fue un gran compañero, al que todos los que trabajábamos en "El Día" a finales de los años ochenta le teníamos en gran estima, no solo por su magnífico carácter sino por lo gran profesional que fue.

Manolo, solo te digo hasta luego y no me despido de ti, porque nos reencontraremos en algún momento en la otra dimensión y allí te prometo que haremos un gran periódico bendito por Dios. Un abrazo muy grande, amigo y compañero.

 

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