07.03.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No seré quien se arrime al árbol que más cobija y me ponga a criticar abiertamente al actual presidente del Gobierno, porque Pedro Sánchez esté gobernando en las últimas semanas de esta legislatura parlamentaria mediante decretos aprobados por el Consejo de Ministros. Y no crean que el señor Sánchez me cae muy simpático, pero le ha puesto huevos al asunto y aunque lo pongan a caer de un burro desde el tripartito de las derechas (Vox, PP y Cs), lo cierto es que está sacando adelante una serie de acuerdos y medidas de carácter progresista, en beneficio de las clases sociales más desfavorecidas.
Es evidente que la correcta aplicación posterior de esos decretos conllevarán un gasto extraordinario al Estado, como a masiva convocatoria de plazas en la función pública o las ayudas a los parados de larga duración de más de 52 años de edad, dos claros ejemplos de que este Gobierno, en la medida de lo posible, está atendiendo demandas sociales. Como el anuncio de construcción de miles de viviendas en diversas zonas del país.
Ante la posibilidad de que las formaciones más conservadoras regresen al poder tras los comicios de finales de mayo, está claro que estas medidas gubernamentales han caído como una patada en el estómago a los líderes del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Albert Rivera, por cuanto entienden que los últimos acuerdos del Gabinete de Sánchez conllevan un excesivo gasto público (como si la derecha de este país administrara mejor el dinero de todos), además de tener un tufillo electoralista. Esto último es cierto, pero mal de muchos consuelo de tontos, porque en los últimos meses de mandato, todo el que gobierna tiende a adoptar medidas beneficiosas para la población en general y congraciarse así con amplios sectores del mercado de votantes.
Como ciudadanos lo que debe importarnos es que el país avance, que cada día sean menos los privilegiados y los poseedores de grandísimas fortunas, que siempre quieren manejar los hilos desde la sombra. Y que los más pobres y desfavorecidos puedan disfrutar de unas condiciones de vida aceptables. Ahí está la clave de todo. Y el que no quiera entenderlo, que no lo entienda.