26.10.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Hay personas, muchas, que parecen no tener sangre en las venas, sino agua destilada. Me gustaría ver a más de uno y a más de una cruzando pasos de peatones por las calles de grandes ciudades y cómo las patas le llegarían entonces al culo.
No hay más que observar durante un rato, por ejemplo, a los miles de estudiantes universitarios que cruzan los pasos de cebras que están en la gran rotonda del Padre Anchieta, en La Laguna, para comprender una de las causas de los atascos de tráfico que se producen diariamente en esa confluencia de ocho vías distintas.
Los estudiantes, en pequeños grupos y a chorritos, atraviesan los pasos de peatones con una pachorra desesperante, parece que no tienen prisa y van caminando como si estuvieran arrastrando los pies, oyendo música por sus auriculares a alto volumen y mirando al cielo, abstraído de todo y como si los coches no tuvieran nada que ver con ellos, porque son ellos y nada más que los estudiantes los que tienen preferencia y que se jodan los que cada mañana van a trabajar, que para eso cobran dinero.
Esta pachorra desesperante no la ejercen solo los universitarios al cruzar una calle, también las marujas con sus niños pequeños, que invaden la calzada sin ninguna precaución y sin ver siquiera antes de pasar si algún automóvil se acerca. Lo peor de todo es que si algún conductor se despista, no dudan en insultarle, en acordarse de toda su familia, "porque estoy en un paso de peatones".
Es claro que los automovilistas debemos tener paciencia en los pasos de cebra con los ancianos y los deficientes o disminuidos físicos, porque no pueden cruzar más deprisa de lo que lo hacen, pero me parece una auténtica desconsideración que muchos peatones vayan a su aire y les despreocupe la espera de los demás.
Esto que le comento me recuerda a lo que sucedía en el pueblo lagunero de Tejina, en las fiestas de los Corazones durante el mes de agosto. Algunos tejineros, con muy mala leche por ciento ser reunían en la plaza y se ponían de acuerdo para pasar continuamente de un lado a otro de la carretera general, con lo que provocaban colas inmensas que llegaban hasta Bajamar, en sentido ascendente de la circulación; y hasta Tegueste, en dirección descendente. Y lo hacían por diversión y "para joder" a los veraneantes que residían durante los meses estivales en el litoral de La Laguna.
Muchos transeúntes y de manera especial, los estudiantes universitarios cruzan los pasos de peatones con la misma intención, como un acto de rebeldía social o de poca solidaridad con unos conductores que están apurados por llegar a sus trabajos, a una consulta médica en un hospital o a resolver algún trámite. ¡Ver para creer¡