06.06.2018. Redacción | Opinión
Por: María del Pino Fuentes de Armas
Por esa pasión mía por las formas y la educación social, estoy que tiemblo ante los andares de algunos diputados y agregados, pues he descubierto - ante la atención dispensada a las jornadas de la moción de censura- que la mala educación es transversal, interclasista y generalizada.
Comencemos por esa costumbre que tiene el Sr. Rufián de hablar al respetable con las manos en los bolsillos, un gesto que denota una inseguridad de adolescente y que lejos de lo que cree no se asocia al carácter de “sobrado”, todo lo contrario, es una muestra de pánico. Aún así hay gente que repite y repite, ignorando que con ello el mensaje que envía no es el de soy un tipo fiera, un macarra pijo o un arrogante, todo lo contrario, es el de alguien infantil, confundido y de poca mente.
Continúo el repaso con la actitud del Sr. Monedero ante la Sra. Sáenz de Santamaría, al sujetarla por los hombros para mostrarle su torvo revanchismo, en un torpe intento de marcar el talante feminista y de progreso del nuevo tiempo político. Un "me alegro de que os vayáis", por el que sentí vergüenza ajena, con un evidente tono machista, desagradecido e irrespetuoso.
El Sr. Monedero pareciera que fuera del PSOE y que tuviera trayectoria de diputado, cuando su papel ha sido nulo en esta moción de censura, y se le olvida un principio importante: hay que ser elegantes en las victorias y en las derrotas. Su presencia era la de un aspirante a ser chupóptero nacional, buscando un rincón por donde emerger para hacerse ver, mostrando su particular regocijo por la marcha del PP, pero también su carencia absoluta de dignidad. En resumen, protagonizó unos minutos humillantes y desoladores para el público en general.
La lista se hace interminable si abordamos un detalle que es común a muchas de sus señorías, el patear, gritar o abuchear cuando habla otro diputado, una acción de circo romano que – independientemente de ideologías- casi todos ejercen, y que es tan grave como el resentimiento social y el narcisismo de los que dicen representar al pueblo, y que utilizan el no ir aseados y formales como un desafío a los códigos sociales de la “casta”. El presentarse en el Congreso de los Diputados con una camiseta agonizante y unas zapatillas que no han visto el jabón en sus años de vida, no es ideología, ni autenticidad, ni rebeldía, ni una manera de representar a "la gente", pues no creo que ellos vean así de desaliñados y sucios a sus votantes. Esto es, simplemente, mala educación.
Habrá que recordar que el político no se viste cuando asiste al Congreso de los Diputados para demostrarse nada a sí mismo, sino por respeto a los ciudadanos a los que se representa, y en el fondo, al usar camiseta y zapatillas están haciendo uso de un código social de “casta” como cualquier otro, que les identifica y les asimila.
Por último, también hay que señalar el comportamiento poco elegante del Sr. Rajoy al no presentarse a su moción de censura, máxime cuando se informó que estaba de sobremesa, y el gesto maleducado de las señorías del PP al aplaudir desde la bancada al PSOE cuando éste atacó a C’s, partido que – hasta donde sé- les apoyaba.
Como ven pocos escapan a estas reseñas sobre la educación que se le presupone a los representantes de los españoles en el Congreso, pocos porque el ocupar cargos para los que nos has sido elegido es feo, menos mal que el Sr. Sánchez se puso corbata esta vez y que – a juzgar por los ministrables- va con prudencia a la hora de llenar las alforjas del viaje político como Presidente.
Mi abuela decía que: “ el que esté en el poder, ese me gobierna”, por tanto esperemos que su gestión sea todo lo buena que España necesita.
Imagen tomada del periódico El Plural