13.12.2016. Redacción
Por: Ángela Molina Calzadilla
Profesor de Secundaria y Licenciado en Teología por la Universidad de Comillas, escritor y poeta, Helio Ayala está convencido de que “si Dios existe, es mujer.” Y agrega “la sociedad del siglo XXI está llamada a feminizarse si queremos cambiar a mejor.”
Bajo la premisa de que no puede “desvincular la poesía de la vida, y la vida es, entre otras cosas, compromiso”, ha publicado la novela Arena entre los pies, en la que el relato de una gran historia de amor sirve para contar la historia y penurias del pueblo sarahui. Y el poemario Tiempos Apócrifos.
En su opinión, la poesía es “el alma de la literatura, lo más puro y esencial”. Y advierte que “vivimos en un momento de muchos poetas pero, tal vez, de no tanta poesía.”
Con la humildad que le es consustancial, asevera que “uno de los mayores retos que tenemos socialmente es huir de la inmediatez, de las respuestas prefabricadas, del consumo de información que indigesta, del aluvión de imágenes que hacen que dejemos de VER. Del ruido que nos hace ser incapaces de OIR.”
Y concluye, “Este mundo está enfermo de egoísmo. Sueño con otros parámetros para la convivencia humana.”
En suma, Helio Ayala, es uno de esos hombres volcados hacia su mundo interior y preocupados por la sociedad que los reclama, como a una voluntad imprescindible para hacer de la palabra un desafío y una fuerza que aliente al cambio.
Ha reconocido que la poesía le sirve para conocerse, revelarse y salvarse. Para crear otro mundo, “un mundo que pugna por saltar de la cuartillas.” ¿Qué es la poesía para Helio Ayala y dónde la encuentra?
En líneas generales, escribir es comunicar. No me creo mucho eso de que se escribe para uno mismo. Yo pienso que cuando uno escribe, tiene siempre en el horizonte el ser leído por alguien. Es cierto que escribir es un acto íntimo, y en su desarrollo hay un deleite personal, pero insisto, yo creo que uno escribe para comunicarse, y eso implica al receptor. Personalmente, para mí, la poesía es, dentro de las distintas formas de comunicación, quizás una de las más excelsas, porque usa el lenguaje, pero a la vez lo trasciende. Usa las palabras para ir más allá de sus significados. Si podemos entender que los seres humanos tenemos una dimensión espiritual que trasciende nuestra materialidad, del mismo modo, desde mi punto de vista, la poesía es el alma de la literatura, la que alienta, lo más puro y esencial. Por eso me da mucho pudor considerarme poeta, creo que eso son palabras mayores. Si entiendo la poesía de este modo, la encuentro en lo más esencial y puro de la existencia, pero también en la necesidad de preservar esa pureza y esencialidad, y entonces la poesía se vuelve compromiso, “arma cargada de futuro”, que diría Celaya. La poesía es susurro, pero también grito, porque la existencia es eso, vida pero también muerte, luz y sombra, dignidad y violencia.
La poeta venezolana Yolanda Pantin ha afirmado. “A veces pienso que las personas que escribimos poesía es porque hemos sido heridas de alguna manera, y esas heridas, suponiendo que podemos ver el cuerpo, abrieron una rendija dentro por donde pasa la luz, la luz que aclara lo que está adentro. “ ¿Es esa herida fundamental la que hace aparecer la luz de la mirada poética?
Creo que uno de los mayores retos que tenemos socialmente es huir de la inmediatez, de las respuestas prefabricadas, del consumo de información que indigesta, del aluvión de imágenes que hacen que dejemos de VER. Del ruido que nos hace ser incapaces de OIR. Yo creo que hay personas que tienen cierta, llamémoslo así, sensibilidad, o cierta necesidad de VER, OIR, SENTIR y ENTENDER el mundo de otro modo, tratando de ir más allá. Tomándose el tiempo necesario para descubrir y disfrutar por sí mismos/as las propias respuestas. Claro que eso es, muchas veces, ir contra corriente, e ir contra corriente es doloroso. Quizás es esa herida de la que hablas. Ser consciente, y vivir según esa mirada, no es fácil. La poesía se convierte en ese caminar, en el sostén, el arma y, no pocas veces, en la misma recompensa. Testigo del propio caminar.
En la presentación de Tiempos Apócrifos, el poeta cubano Manuel Díaz Martínez ha afirmado “celebro que los artistas no vuelvan la espalda a la cotidianidad de la vida, que es donde está lo que somos, donde quizás descubrimos lo que quisiéramos ser y donde nos encuentra lo que nos trasciende.” ¿Cómo conjuga realidad y fantasía en su quehacer literario?
Por lo que he ido diciendo hasta ahora, entenderás que no puedo desvincular la poesía de la vida, y la vida es, entre otras cosas, compromiso. Primero con uno mismo, y luego con los demás. Yo, más que realidad y fantasía, diría realidad y esperanza, o realidad y utopía. Uno escribe para recrear el mundo, para hacer presente lo que aún está velado. Para llorar lo que se ha perdido, pero para mantener la esperanza en recuperarlo. Sí, creo que la poesía es llanto y canto, es susurro y grito. La ficción, lo literario, es el recurso para engrandecer, embellecer o magnificar, lo que sentimos y esperamos.
¿Qué lo inspira para escribir? La guerra, la injusticia, la desigualdad y violencia de género parecen ser algunos de sus referentes.
Me inspira la vida. Soy consciente que cuanto más atento a la vida estoy, más necesidad de escribir, y más ideas surgen. Las prisas, el estrés, las distracciones, creo que son la anti poesía. “Tiempos apócrifos” es un poemario, creo que podríamos decir, eminentemente social o comprometido, pero escribo sobre todo lo que vivo, sobre el amor, la muerte, la injusticia, la naturaleza, la vida… Espero poder ir mostrando otras cosas, poco a poco. Pero sobre todo lo que me inspira es leer a otros poetas. Muchas veces, cuando leo, tengo que levantarme, dejar lo que estoy leyendo y anotar ideas que van surgiendo de mis lecturas.
Ha dicho que también son tiempos apócrifos para la literatura, ¿a qué se refería?
Bueno, la palabra “apócrifos” tiene muchos sentidos. Por un lado, creo que son tiempos en los que la producción literaria se ha salido de los cauces que conocíamos hasta ahora. Las redes, las auto-publicaciones, la proliferación de eventos y asociaciones, el acceso cultural… Me parece fantástico, pero también es verdad que todo esto no ha ido acompañado a la misma vez de una reflexión crítica, de espacios de auténtica reflexión literaria.
Vivimos en un momento de muchos poetas pero, tal vez, de no tanta poesía. Tenemos acceso a todo, pero no todo es tan bueno.
Lo apócrifo es lo que se sale del canon, pero también le doy el sentido de extraños tiempos, tiempos de cambio, de pérdida de las reglas de juego… Todo esto se debe ver como un tiempo de oportunidad, pero también como un tiempo de riesgos.
El escritor Santiago Posteguillo ha declarado en reciente entrevista: “la paradoja del escritor profesional es que escribes tú o lees.” Usted ha afirmado en la redes sociales: “Si leyéramos más y escribiéramos menos...” ¿Cree que los escritores, o algunos de ellos, leen poco actualmente? ¿Qué lo impulsó a escribir este aserto?
Un poco lo que decía antes. La inmediatez de los discursos, de las redes, de las posibilidades de publicación. Todo ello hace que mucha gente se diga antes de escucharse y de leer. Personalmente quisiera tener más tiempo para leer, es la lectura lo que me alimenta y me lanza a escribir. Pero me parece que no siempre es así. Creo que leemos menos de lo que escribimos y pienso que mucha gente no contrasta lo que escribe, no lo pasa por el tamiz de la lectura reposada, de la necesidad de esperar la madurez del fruto. Insisto, vivimos una época acrítica, y me parece que eso llega también al mundo de la literatura.
¿Cuál es la relación, si la hay, entre teología y literatura? ¿Entre teología y creación poética?
Yo entiendo la teología como la necesidad de saciar las preguntas fundamentales sobre la existencia. La teología sin espiritualidad es imposible. La necesidad de alcanzar una sabiduría que va más allá de los meros conocimientos, que va a la raíz del propio ser humano, las respuestas al sentido. Desde esta perspectiva, casi está la respuesta con lo que he ido desgranando anteriormente. Toda la literatura sapiencial de la humanidad, los escritos de los grandes maestros, de los místicos, están preñados de poesía, y creo que en cada gran poeta hay un místico, un maestro, un sabio.
Recientemente ha fallecido Marcos Ana, un poeta que se inició como tal dentro de la cárcel. En una entrevista, Marcos Ana sostuvo: “La cárcel la viví como un militante, y hasta que no conocí el amor no me di cuenta de lo que me habían quitado. Cuando la vi pensé: 'Para esto he salido yo de prisión, para esto estoy yo en el mundo” Quisiera una reflexión sobre su obra, sobre el amor como motivo de creación y el hecho de escribir poesía estando preso.
Si nos fijamos en estas afirmaciones, la respuesta está clara para mí. La cárcel no es solo un espacio físico, la cárcel es todo aquello que nos impide ser y amar. Los muros que nos ponemos, o nos ponen, para impedir desarrollarnos en plenitud. Hay muchos que, creyéndonos libres, andamos por la vida presos de múltiples maneras, ciegos con vista, sordos que escuchamos pero no oímos, gente que convive pero no ama. Yo creo que testimonios como los de Marcos Ana, Nelson Mandela y tantos otros, nos hacen ver que ni todos los presos han perdido su libertad, ni todos los que andamos por las calles somos libres.
Usted asevera “y en el mundo en el que vivimos creo, y lo hago constantemente, que es necesario escrutar y bucear en la realidad; para tomar consciencia de ella y ser partícipe de su transformación hacia un mundo mejor, más humano, más justo, más verdadero…” ¿De qué maneras es partícipe Helio Ayala en la transformación de la realidad hacia un mundo más humano? ¿Cuál es el mundo que le gustaría legar a sus hijos?
Trato, con todas mis incoherencias, de tener todo eso muy presente. Como docente, intento que mis alumnos y alumnas sean críticos, tengan valores. Ser profesor abre muchas posibilidades para educar, a pesar de todas las dificultades que tenemos. En este campo he participado en muchos proyectos de crecimiento y compromiso personal con el alumnado, como la Red Canaria de Escuelas Solidarias. Los cambios sociales nacerán de una nueva cultura o no nacerán, y eso irremediablemente pasa por la escuela.
Sobre el mundo que quiero dejar a mis hijos… no aspiro a tanto. Trato solo de que ellos lo construyan un poco mejor de lo que lo hemos hecho nosotros.
Usted cita a Octavio Paz en la presentación de su poemario. ¿Qué rescataría de su obra y de su pensamiento? Paz fue un hombre comprometido con su tiempo, colaborador de la España antifranquista; y dio apoyo a los intelectuales exilados de este periodo oscuro. ¿Cree que el intelectual debe comprometerse con las causas de su tiempo? ¿Escritura y compromiso deben ir de la mano?
Octavio Paz es sin duda uno de los grandes. Y en cuanto al compromiso de la cultura, no tengo la menor duda. El pensamiento y la cultura no pueden vivir de espaldas a los signos de los tiempos. Todos deben aportar en la reflexión, evaluación y prospección de metas a las que debe aspirar una sociedad. Una sociedad sin librepensadores es una sociedad muerta o, al menos, dormida. Necesitamos, de vez en cuando, un par de verdades que nos espabilen.
Sobre su libro Arena entre los pies ha dicho que su objetivo es triple: “rendir homenaje a todas esas personas, saharauis y no saharauis, activistas, la mayoría mujeres, que sostienen y mantienen la lucha; tratar de que los lectores, en especial los alumnos con los que comparte aula cada día fueran capaces de comprenden este conflicto; hacer algo para que la situación del Sahara cambie, para de alguna forma ayudar a que se resuelva este conflicto sin recurrir a la violencia pero con la contundencia de que no se puede mantener la situación actual de impasse.”
¿Es su apoyo a la causa sarahui parte de esta toma de conciencia y voluntad de transformación? ¿Qué le gustaría ver logrado en este sentido?
Hay causas humanas que se olvidan y otras que a determinados intereses les urge mucho que se olviden. Por el camino miles de damnificados. El conflicto del pueblo saharaui es uno de esos conflictos que se quieren silenciar a toda costa. No conozco a nadie que se haya acercado a la realidad del pueblo saharaui y, tras ese encuentro, se haya sentido indiferente. Surge la necesidad de comprometerse con ellos y ellas, es de justicia. Más aún nosotros, que tenemos unos lazos claros de hermandad desde hace siglos.
Sueño, como todo saharaui, que un día se haga justicia y los intereses políticos, geoestratégicos o económicos no justifiquen ninguna guerra, ninguna explotación. Este mundo está enfermo de egoísmo. Sueño con otros parámetros para la convivencia humana.
Martín López Calva, doctor en educación, afirma que “la docencia es fundamentalmente una vocación poética, una vocación orientada hacia la comunicación de lo humano a los seres humanos que tendrán la responsabilidad de crear las condiciones para la emergencia de una ciudadanía planetaria que equilibre lo prosaico y lo poético. En su opinión, la docencia, ¿es un apostolado? ¿Qué satisfacciones le otorga y cuáles decepciones?
No conocía estas afirmaciones, pero reconozco que me identifico al cien por cien con ellas. Hemos encorsetado los procesos educativos, les hemos robado la frescura, la espontaneidad, la verdad que ya experimentaron los filósofos clásicos, que hacían pedagogía sin alejarse de la vida, caminando, al aire libre, como un proceso de madurez y crecimiento personal. Nosotros nos hemos dotado de medios, de recursos, de aulas digitales, de informes y de papeles, de análisis de resultados… pero quizás hemos dejado la vida, lo que acontece en ella, fuera de las aulas. Es verdad que hay experiencias y docentes que tienen claro que educar es algo más, pero no es menos cierto que nos lo ponen muy difícil.
Creo que la docencia es más que un apostolado, es posiblemente una de las labores más enriquecedoras a las que un ser humano puede dedicarse, acompañar a personas en su proceso de crecimiento, en su despertar a la vida que les rodea, a conocer y a disfrutar del proceso de aprendizaje. Es muy enriquecedor y muy gratificante, pero no es menos cierto que a veces esta sociedad está más interesada en los procesos productivos que en los procesos creativos, y esa es la pena, la frustración que no pocos docentes realmente vocacionados experimentamos.
¿Cuáles son los retos de la educación que usted, particularmente, se plantea? Quisiera su crítica sobre el sistema educativo actual y las vías para mejorarlo.
Creo que ya apunté algo en la respuesta anterior, pero seré más claro. La escuela está en disonancia con la sociedad. Los modelos educativos no atienden a los cambios sociales a la velocidad que estos se producen. Un ejemplo claro es la reflexión que me acabas de mostrar. Las leyes educativas se utilizan como arma política. No nos damos cuenta que para educar a una persona hace falta toda la tribu. Eso significa que toda la sociedad educa, no es responsabilidad sólo de la familia y de la escuela, sino de todos. Un sistema educativo que solo busca la competitividad en una sociedad de consumo, olvida otros muchos elementos que son fundamentales para el bienestar social. Esa forma de ver la educación primará todo menos las humanidades, y sin embargo todos los análisis, todas las reflexiones de lo que necesitamos, si queremos un desarrollo integral y sostenible, hablan de otras cosas. Desde mi modesta opinión, la educación debe salir de la discusión política y centrarse más en la reflexión filosófica, pedagógica y psicológica. Hace falta revolucionar las aulas, introducir en ella elementos que atiendan al desarrollo integral del ser humano, en todas sus múltiples inteligencias. Sobran profesores y hacen falta Maestros. Maestros en el sentido de guías, de acompañantes, de personas especializadas en el crecimiento personal, en el desarrollo de capacidades múltiples, la escuela debe ser interdisciplinar y pluriprofesional. (¿Puede un catedrático de matemáticas resolver, reconstruir, a un alumno que humanamente está destruido? Puede si se prepara para ello, pero no todo el mundo lo está, por eso digo que hay que abrir los centros a otros profesionales). Estoy convencido que el reto educativo, entendido en el sentido que lo he expuesto, es el reto más importante -junto al ecológico- de la sociedad del siglo XXI.
También en la presentación de Arena entre los pies, ha dicho: “Los protagonistas no son tan protagonistas, el verdadero protagonista es el pueblo saharaui. El libro es una excusa para contar la historia de un pueblo”. Y en especial las mujeres saharauis, como Aisha, quien engloba a muchas de las mujeres saharauis que conoce y admira Helio: “Una de las primeras cosas que nos impacta a los que nos acercamos al pueblo saharaui es el papel que juega la mujer en su sociedad y en la noble lucha de este pueblo, que no se puede entender sin la participación de las mujeres; es una lucha feminizada”.
Quisiera su reflexión sobre el papel actual de la mujer en la sociedad y la cultura. ¿Qué falta por lograr para una igualdad de género y oportunidades? ¿Cuáles son los retos impostergables y cómo los asume Helio Ayala?
La sociedad del siglo XXI está llamada a feminizarse si queremos cambiar a mejor. Y cuando digo feminizarse, me refiero a dejar atrás los patrones patriarcales y machistas que nos han traído hasta aquí. Recuperar el alma femenina de la humanidad, es ir más allá de una lucha de sexos. Es valorar la sensibilidad, la ternura, la poesía, la creatividad, la entrega, la compasión, la escucha, la piel, la fuerza y la determinación, la gratuidad, la cooperación… como motores para ese cambio social. Y eso una vez más pasa por los procesos educativos que, como dije antes, son responsabilidad de toda la sociedad. No podemos pretender implementar planes de igualdad, hablar de igualdad de oportunidades, denunciar la violencia machista, celebrar en las escuelas los días internacionales de no sé qué, si luego nuestros hijos e hijas reciben de la sociedad que les acompaña mil mensajes, imágenes, campañas publicitarias, programas de televisión, películas y músicas que les cuentan y les animan a todo lo contrario. El reto es educativo, pero de esa sociedad que debe educar en todas sus facetas.
¿Qué opina de la literatura que se escribe en Canarias actualmente? ¿A quiénes de sus contemporáneos le gusta leer?
Creo que hay una primavera literaria en todas partes, el acceso a la publicación no es ya una posibilidad reducida a unos pocos. Pero como ya he dicho, en las primaveras también se corren riesgos. El tiempo ira filtrando el polen. Creo que en Canarias tenemos dos dificultades básicas. Se hacen referencias literarias, pero carecemos, en gran medida, de crítica literaria que nos ayude a filtrar y a crecer. Por otro lado tenemos el hándicap de la periferia, normalmente lo que se escribe en Canarias, se queda en Canarias. Hay muy pocas editoriales haciendo seguimientos de lo mucho y bueno que se escribe por aquí.
Leo mucha literatura canaria, todo lo que puedo. En poesía sería muy largo y seguro que me dejaría a muchos/as fuera, pero te nombraré a tres de mis preferidos: Pedro Flores, Antonio Jiménez Paz, y un valor en alza de La Palma, Juvenal Machín.
En Narrativa también te dejo tres nombres Carlos de la Fe, Alexis Ravelo y Santiago Gil. Pero también hay muchos más que me gustan y leo con interés.
Por favor, responda brevemente este cuestionario
¿Cuáles son las palabras más hermosas que conoce? Amor, amistad, compasión.
Una virtud que le gustaría tener: Posiblemente más seguridad en mí mismo.
Tres poetas fundamentales: Ángel González, Miguel Hernández, Cesar Vallejo.
Una culpa: No creo en la culpa, tal vez en los errores.
Un paisaje: La ciudad de Estambul.
Una canción: Vivir sólo con una canción es muy triste, pero si he de quedarme con una cualquiera de Silvio Rodríguez me va bien.
Un libro fundamental: Ceremonias de Julio Cortázar.
Un libro que no haya querido terminar de leer: Cualquiera de Galdós
Una meta: la felicidad está en el camino, no en la meta.
Un aroma que lo remita a la infancia: El olor de las rocas de las playas sin arena.
Una nostalgia: los amigos que perdí.
Un deseo no confesado: Tocar el saxo.
Un compromiso irrenunciable: luchar contra la injusticia.
Sobre sus siguientes textos, le pido un comentario que asome al lector a lo que quiso decir cuando escribía:
Cada mañana al desayuno
Hoy dejé el pan,
el café, el aceite.
Apenas desayune las ganas.
Saber que aun no llega.
Laberínticas mentiras
que envuelven bocadillos.
Sabernos tragando desechos.
Mirar luego,
el milagro insomne
de este mundo de ciegos.
“Yo cuando me levanto y tomo el café, tengo la mala costumbre de poner la radio, hay mañanas que a uno se le atragantan hasta las ganas.”
Hijas de Eva
El día que hizo
compota de manzanas,
aprendió a endulzar las derrotas.
Descubrió el placer
de andar desnuda.
Parió lo que pudo con amor.
Gustó de hablar a solas,
y escuchar el canto
de pájaros y grillos.
Supo interpretar
la danza de las nubes,
y arrancó
la corona de espinas
de sus hijas.
La tarde que Adán
miró con recelo
a la serpiente,
ella supo
de las malas hierbas
del jardín.
“Si Dios existe, es mujer, no tengo dudas.”
Más allá del Río Bravo
Tu sentencia fue nacer
en el horizonte de los sueños,
más allá de la esperanza,
lejos de toda frontera.
Quién hizo de las ciudades
campos de batalla
llenando de cerrojos la vida.
Tu delito fue creer
que éramos todas iguales
más allá de esta presencia,
junto a los silencios.
Quién cavó trincheras
en todas las casas
e inundó de lágrimas los atardeceres.
Tu destino se truncó
a la vuelta de una esquina,
donde los ángeles cayeron,
más allá de la barbarie.
Quién dejó huérfanas
todas las aceras,
tiñendo de muerte el aire
y las primaveras.
“No hay razón que justifique la violencia contra otro ser humano, más aún cuando las victimas caen siempre del mismo lado.”
Y fueron felices, o eso dicen
Blancanieves tuvo que huir, por bella, a servir en una casa. Trabajó como una enana hasta que la envenenaron. Cuentan que la resucitó el beso de un príncipe del que nunca más se supo cómo la trató.
Cenicienta fue maltratada por sus hermanastras, luego cayó en manos de un príncipe fetichista que no sabemos que hizo con ella.
Bestia secuestró a Bella. Dicen que encontró algo en su interior. No me creo eso de que la música amanse a las fieras.
La Durmiente, fue encerrada desde pequeña en una mazmorra y luego abandonada medio muerta en el bosque, al alcance de cualquier desaprensivo.
Malditos príncipes azules, engañabobas de mil y una noches, de las que se durmieron soñando sin saber el precio que habrían de pagar por un traje, un zapatito de cristal o una boda de ensueño.
“Hay que cambiar los patrones educativos, aún tenemos que desaprender muchas cosas.”