07.10.2019 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
Cuando surgen dificultades, hay que afrontarlas, para vencerlas. Procrastinar es de perdedores o cuando menos de indolentes, siendo el esfuerzo garantía resolutiva y las ganas de aportar soluciones, comienzo del camino razonable. Junto al ímpetu operativo, merece destacarse, por su valor añadido, la unidad de acción o por lo menos, la colaboración, para bregar todos en objetivos comunes. No me canso de añorar el consenso de los primeros años de la Transición española. Tenemos que recuperarlo, incluso reinventándolo, si hace falta, poniéndolo al día con las exigencias que demanda la sociedad actual. El recordado Eduardo Punset decía que: "hasta las bacterias funcionan por consenso o no funcionan". Seamos inteligentes para aunar, coordinando todo lo posible, para que no haya vencedores y vencidos, sino ganadores. Tenerife necesita ese espíritu de entrega, que deje atrás y olvide, desavenencias particularistas, egolatrías personales o egoísmos interesados.
Parece que la Isla ha tocado fondo, desvertebrada, divida en tres zonas geográficas, Norte, Sur, Metropolitana, ciertamente incomunicadas. Colapsada viariamente y con un permanente caos circulatorio, haciendo que las colas se hayan convertido en una realidad cotidiana. Con una escasez alarmante de infraestructuras básicas o estructurales, deficiencias aeroportuarias, precariedad o inexistencia de suficientes equipamientos comunitarios, urgencia en acometer obras hidráulicas y el ansiado fortalecimiento de nuestro sistema eléctrico, a todas luces débil, con necesidad perentoria de fortalecimiento a través de inversiones y ejecución de las obras necesarias para conseguirlo. De todo hay que sacar lo bueno y desterrar lo perjudicial, por eso, el cero energético, o como nos gusta decir a los canarios, el apagón, tiene que servir para que no suceda más. Esta realidad innegable de Tenerife, que parece tan sombría y lo es, claro que tiene solución, si entre todos somos capaces de sumar o incluso multiplicar, pero nunca restar y menos dividir.
Cada cual, en su responsabilidad profesional o en su vida personal, seguro que tiene ganas de aportar lo mejor de si mismo, con un cariño entrañable y sincero por nuestra tierra. Todos son valiosos, nadie sobra, es más, ninguno es desechable, cuando se trata de juntar las manos para levantar Tenerife. Recordemos lo que señalaba Alejandro Magno: "de la conducta de cada uno depende el destino de todos". Las distintas entidades de la sociedad civil necesitan un fortalecimiento que incida en su esperado florecimiento, porque de esa manera se está construyendo una sociedad madura, sin miedo, ni servidumbres a nada, ni a nadie. Somos capaces de sacar a la Isla del abismo donde ha caído, si somos valientes para reconocer la necesidad de juntarnos, con el objetivo común de apreciar que todos es más que uno.
Me apunto a la negociación, a la escucha, al acuerdo, a la cesión, en fin, a entendernos. Si nos miramos de reojo y sin confianza, seguiremos igual o cada día peor, porque pasa el tiempo y no se arregla nada. Lo que se precisa es, principalmente, un cambio personal, más que normativo. Otra forma de hacer las cosas, que muchas veces son más sencillas, que lo complicadas que las hacemos. Trabajemos en equipo, priorizando lo común, manteniendo las peculiaridades de cada cual o las características de cada institución, pero haciendo posible un nexo que de la diferencia saque riqueza. Es cuestión de empezar por la confianza, que significa que a lo mejor hay otras opiniones o propuestas que son más factibles y, por eso, más apropiadas para ponerlas por obra, que al fin y al cabo es lo que se necesita.