05.03.2023 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Estos días se cumple el quinto aniversario del fallecimiento del ilustre lagunero don Eloy Díaz de la Barreda, que en vida fue un destacado ateneísta y prestigioso autor y director teatral, a quien recordamos siempre con mucho cariño.
Hace años, el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna acordó rotular una calle del municipio con su nombre (noviembre de 2018), hecho que aún no se ha llevado a cabo, ignorándose las causas de esta dilación, por lo que sería razonable que se agilizara el cumplimiento de dicho acuerdo y que, por ejemplo, se colocara la preceptiva placa con su nombre el próximo 27 de los corrientes, en un acto público, coincidiendo con el Día Mundial del Teatro, el arte de Talía que tanto amó y defendió en este Archipiélago el señor Díaz de la Barreda.
Es una sugerencia que elevo al alcalde lagunero, don Luis Yeray Gutiérrez, por cuanto sería una jornada idónea para reconocer los méritos que se ganó en vida el homenajeado, que también ha sido distinguido por la Corporación municipal en un pleno celebrado el pasado nueve de febrero, junto a otros veinticuatro personas y entidades de la histórica ciudad fundada por el adelantado Fernández de Lugo en 1496, tras la última isla canaria conquistada por milicias de la entonces Corona de Castilla.
Entre las dos docenas de distinciones, fueron concedidas recompensas honoríficas a título póstumo a otros dos queridos y viejos amigos, como fueron don Manuel Luis Ramos Izquierdo y don Antonio Guerra León, que tuvieron el orgullo de nacer en La Laguna y que ejercieron y presumieron de ser laguneros durante su tránsito terrenal.
Eloy, Manuel Luis y Antonio, tres personas que siguen vivas en nuestra memoria colectiva, mientras sigamos echándoles de menos, con emoción y respeto, con afecto y cariño.
Siempre recuerdo --para terminar-- que, poco antes de morir a don Eloy Díaz, a la avanzada edad de 90 años, le pregunté por el sentido de la vida, en uno de nuestros paseos "procesionales" por las calles laguneras. Él se paró, me miró con sus penetrantes ojos y sentenció: "Paco, no se ha dado cuenta aún de que la vida, en sí misma, es una obra de teatro y que a cada uno de nosotros nos toca interpretar un papel"... Dicen que sabe más el diablo por viejo que por malo.