27.10.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Desconozco cómo se calcula la inflación en nuestro país y cómo se determina el aumento del Índice de Precios al Consumo (IPC) por parte del Instituto Nacional de Estadística, pero está claro que en esos cálculos no entran muchos productos alimenticios de origen agrario.
Algunas especialidades de la huerta en las Islas tiene unos precios disparatados, elevadísimos, que no están al alcance de cualquier bolsillo. El otro día me di una vuelta por la Recova de La Laguna y pude comprobar como las papas negras del país, las llamadas de "yema de huevo", por su característico color amarillo están entre siete y nueve euros el kilo, según el tamaño de estos tubérculos y una de las vendedoras me advirtió que antes de Navidad subirán aún más de precio, por la demanda que hay siempre de estas papas en las comidas especiales por esas fechas de Nochebuena y Fin de Año.
Pero no me refiero solo a esa exquisitez de variedad de nuestra papas canarias. No es de recibo que las papayas cultivadas a escasos kilómetros de nuestras casas estén ahora mismo, a tres euros con cincuenta céntimos el kilo, y que igual cantidad de habichuelas supere los tres euros, precios que son prohibitivos para muchos poderes adquisitivos.
No hablemos ya de los plátanos, que en algunos comercios están aquí más caros que en los mercados de la Península Ibérica. Por ejemplo, en Mercadona están ahora a 1,98 € el kilo. Y los aguacates se están convirtiendo en una reservada exquisitez para los más acaudalados, porque esta fruta tropical ha llegado este año a superar este años los nueve euros el kilo, algo impensable hace muy pocos años.
Y lo peor de toda espiral de precios es que quien menos gana en todo este negocio es el sacrificado agricultor. El otro día un agricultor joven descargaba un camión de bubangos de su cosecha en Mercatenerife y el hombre se echó a llorar, desesperado y absolutamente desolado por el irrisorio precio en que valoraron su producción.
El Gobierno de Canarias tiene una importante asignatura pendiente en cuanto a vigilar e intervenir en los márgenes comerciales en la cadena de distribución y comercialización de productos agrícolas cultivados en el Archipiélago, porque aquí algunos obtienen grandes beneficios en esa cadena (los gangocheros y los intermediarios) y a los agricultores se les paga una miseria. No hay derecho.
Imágenes: Paco Pérez