07.05.2017. Redacción / Opinión
Por: José Juan Rivero
Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez
Hoy me gustaría comenzar esta columna planteándote un pequeño ejercicio de memorización. Para ello te voy a pedir que recuerdes aquellos momentos a lo largo de tu vida donde te han tachado de ser negativo y aquellos momentos en los que se te ha colocado la etiqueta de ser una persona positiva.
Seguramente te estarás dando cuenta de que, en función de cómo hayas afrontado determinadas decisiones de tu vida o incluso cómo hayas interpretado según qué acontecimientos vitales, ha sido suficiente para que se te colgase ese cartelito.
Pero realmente ¿existe la positividad? ¿Existen personas positivas o negativas?
Me gustaría empezar describiendo eso que conocemos como positividad, que incluiría aspectos como el optimismo y el potenciar la vivencia de las emociones positivas como elementos centrales, además de todos aquellos aspectos vitales que se centrarán en la búsqueda del bienestar en general.
Cuando hablamos de optimismo nos referimos a esa predisposición que tenemos que nos ayuda a entender y poder analizar nuestra vida y las situaciones que nos suceden desde una visión más positiva.
El optimismo nos ayuda a interpretar lo que nos sucede desde esa visión ilusionante y esperanzadora, lo que hace que afrontes tu día a día con una visión diferente. Ello te permite reforzarte y, en muchas situaciones de tu vida, tener las fuerzas para lograr retos y afrontar nuevos planes. Ello esa sí porque existe una tendencia a que te centres en las soluciones y en las estrategias que tienes que poner en marcha para avanzar en tu desarrollo personal.
Es obvio, por otro lado, que existe una interpretación del optimismo, ese optimismo eufórico y no realista que promueven algunos “expertos en felicidad al uso” que roza la temeridad. Debemos entender que nuestro optimismo debe partir de unas bases marcadas por el realismo. Ello no supone que te niegues nada, sino que tengas claro cuales son tus recursos, cuales tus potencialidades y, a partir de ahí, planifiques tu vida, tus cambios en función de ellas. Y es que ser optimista no implica tirarte a la piscina sin mirar si está vacía, ni obviar lo negativo de tu vida.
Además de todo lo expuesto tienes que tener claro que el ser positivo implica generar momentos en tu vida que te aporten la vivencia de emociones positivas como la alegría, la esperanza,… Tales realidades nos ayudan a cambiar nuestra manera de entender la vida, ya que el implementar cada día una emoción positiva implica un cambio en la interpretación de tu vida. Eso te permitirá transformarla, es decir, cambiarla y también implica, sin duda, generar recursos que te ayuden a ser más positivo en tu vida. ¿Lo eres? ¿Porqué no probar?