17.06.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Ayer llamé a mi pariente Santiago Pérez García, para felicitarle por el reciente triunfo de las fuerzas progresistas que, unidas las tres, gobernarán a partir de ahora el Ayuntamiento de la histórica ciudad de La Laguna, después de 26 años de permanencia en el poder local de ATI y Coalición Canaria.
Santiaguito, como le llamamos sus allegados y amigos, es ya un sesentón, con una amplísima experiencia política, que ve ahora --en parte-- con satisfacción el cambio producido en nuestra ciudad natal, que en realidad tuvo que haberse producido hace veinte años, cuando en 1999 ganó por mayoría las elecciones de ese año y no se convirtió en alcalde por faltarle un solo concejal (13 ediles del PSOE) y año en el que Ana Oramas se convirtió en la presidenta de la corporación lagunera, con 12 concejales, al pactar con el PP, que obtuvo solo dos puestos en el pleno.
A partir de entonces, Pérez García sufrió una caza de brujas en su propio partido, encabezada por mediocres envidiosos y arribistas, que terminaron por aburrirle y marcharse del PSOE. Años antes, Santiago había sido senador del Reino (y secretario de su grupo en la Cámara alta), vicepresidente del Cabildo de Tenerife y máximo responsable del Consejo de Administración del Hospital Universitario de Canarias, entre otros cargos de responsabilidad.
Este hombre ha luchado siempre contra las irregularidades y los presuntos casos de corrupción que se han producido en el Archipiélago, denunciando el apaño de la compra venta de los terrenos de la playa de Las Teresitas, por los que hoy en día están en prisión el ex-alcalde chicharrero Miguel Zerolo y los conocidos empresarios Ignacio González y Antonio Plasencia.
Santiago Pérez ha sido, con su enorme paciencia y su perseverancia, el auténtico verdugo de Coalición Canaria, y ha sido el responsable de que hayan imputado al presidente del Gobierno Autónomo todavía en funciones, Fernando Clavijo, por el llamado "caso grúas municipales", que también podría ser investigado próximamente a instancias también de Pérez García, por otro asunto relacionado con el levantamiento de reparos de cuando Clavijo era alcalde, en la concesión de diversas concesiones de prestaciones de servicios, de forma al parecer ilegal.
A Santiago le ha gustado desempeñar este importante papel fiscalizador de la clase política relacionada con deteminados intereses particulares y esa labor ha de reconocérsele públicamente.
Lo peor de todo es que el abogado y profesor de Derecho Constitucional lagunero, y eso es muy triste, nunca pudo ser alcalde de la ciudad que le vio nacer. De aquí en adelante, sin embargo, va a ser responsable de todo el área de Urbanismo del Ayuntamiento de La Laguna, lo que no es moco de pavo, como suele decirse. ¡Avante, querido pariente¡