El espectáculo del mar de nubes

16.02.2019 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Todos los turistas nacionales y extranjeros que visitan las Islas Canarias y tienen la oportunidad de subir a las cumbres de las más montañosas (Tenerife, La Palma, El Hierro y Gran Canaria) se quedan maravillados de un espectáculo natural que solo puede contemplarse en pocos lugares del plantea: el mar de nubes que se forma entre, aproximadamente los setecientos y los mil doscientos metros de altitud, según la época del año.

Ocurre que gracias a los vientos alisios que acarician las vertientes de barlovento (las septentrionales) de estos peñascos atlánticos, nuestro Archipiélago no tiene un clima árido y seco, porque ese flujo de aire de componente NE trae a las Islas humedad y, al llegar a besar las medianías se produce un fenómeno que los geógrafos llamamos "efecto föehn" que no es otra cosa que en las nubes se condensan en vapor de agua y producen las denominadas lluvias orográficas, al entrar en contacto con el relieve terrestre.

De esta manera se explica que las vertientes expuestas al norte de las islas más occidentales (incluida La Gomera) tengan mucha más vegetación que el sur de las Islas y, por ello mismo, que ofrezcan un paisaje más verde y atractivo a la vista. No ocurre esta circunstancia en las territorios mas orientales (Fuerteventura y Lanzarote), que tienen menor relieve y por tanto, las montañas de poco relieve no pueden "retener" en sus cumbres esas masas nubosas que acompañan a los beneficiosos alisios del noreste y de ahí su mayor aridez, con paisajes ausentes de vegetación, aunque igual de bellos y espectaculares que en el resto del Archipiélago.

Como comprenderán, este es un fenómeno climático podríamos decir que excepcional y que se produce desde hace siglos. Existen documentos históricos de estos precioso mares de nubes que se pueden contemplar a una altura superior a los mil metros sobre el nivel del mar y, en concreto, ello explica la leyenda del "misterioso" Garoé, un árbol que los antiguos habitantes de El Hierro, los aborígenes bimbaches, creían que era santo, porque de él manaba agua, que sin duda provenía de las brumas de los alisios.

Imagen de archivo: webtenerife.com | CEDIDA

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