15.08.2018. Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No hace tantos años, en pleno siglo XX, muchos acaudalados, caciques y terratenientes de las Islas ejercían el mal llamado "derecho" de pernada sobre las jóvenes que estaban a sus órdenes, que no era otra triste y lamentable cosa que beneficiarse sexualmente de las chicas casamenteras que trabajaban en las fincas días antes o la víspera de la boda con un joven, pareja de novios que era francamente humillada por el "señorito" de turno.
Aunque muchos lectores no se lo crean, porque son jóvenes y no vivieron aquel pasado tan cruel, las diferencias sociales en estos territorios insulares era tan abismal que a los presuntos "aristócratas" de diversos lugares canarios, el pueblo llano tenía que reverenciarlos en la calle, en plena vía pública, como señal de respeto a las familias más poderosas económicamente, cuando en realidad en esos clanes "distinguidos" abundaban muchas personas a las que le faltaba no un agua, sino un chaparrón, producto de una profunda endogamia, para mantener los apellidos "ilustres" y que perdurara la estirpe.
Mi mejor profesor en la Universidad de La Laguna fue el orotavense Alfonso Trujillo, un auténtico sabio de la Historia del Arte, que nos dejó muy joven, antes de cumplir los cincuenta años, víctima de un infarto cardíaco fulminante, mientras pronunciaba el pregón de las fiestas del municipio de Santa Úrsula.
Al profesor Trujillo le encantaba contar anécdotas en el aula y una vez nos contó que recién acabada su carrera fue llamado por una dama de su Villa natal, para que diera clases particulares a sus hijos. El docente fue a ver a la señora y acordaron un horario y un precio determinado, pero don Alfonso nunca volvió por aquella casona, porque la distinguida mujer, al despedirse, le dijo que "la próxima vez que venga haga el favor de entrar por la puerta del servicio".
Hoy en día las diferencias sociales son, por fortuna, menores, pero todavía se cometen abusos de cualquier tipo, entre ellos el nuevo "derecho de pernada" que ejercen algunos empresarios a la hora de contratar a algunas empeladas de buen ver, a las que se "benefician" a cambio de darles el puesto laboral.
Cosa esta, al parecer, que también pretenden hacer un par de profesores de la ULL, que según parece han acosado sexualmente a varias de sus alumnas prometiéndoles unas excelentes notas en sus asignaturas si accedían a sus caprichos.
Tampoco es extraño que ese "derecho de pernada" lo ejerzan determinados políticos sin escrúpulos que tienen capacidad para emplea a personal laboral en determinadas instituciones oficiales, como por lo visto pasó hace mese en eel Ayuntamiento de La Laguna, donde un concejal adscrito por aquel entonces al Grupo Socialista, presumió en las redes sociales de haberse "pasado por la piedra" a varias trabajadoras municipales que él había contratado. Y lo peor del caso es que este individuo indeseable sigue siendo concejal del Consistorio de la ciudad y no haya dimitido aún tras producirse este lamentable escándalo.
Creo que algunos "hombres" (entre comillas) quieren pasarse de listillos y a veces hasta lo consiguen, porque hay algunas mujeres muy necesitadas de ganar dinero, por las razones que sean. Qué triste.