27.10.2017. Redacción / Opinión.
Por: María del Pino Fuentes.
Y llegó el esperado momento, la reacción del Gobierno español a la declaración de independencia votada por el Parlament, el golpe de timón a una nave que lidera un aprendiz de estadista, un catalán que pasará a la historia por haber removido viejas heridas y por hacer aflorar el fantasma bicolor de la división social. También por herir de muerte una autonomía a la que le esperan tiempos difíciles, de la que ha huido un notable número de empresas que ya no generarán empleo ni tributarán en esa tierra. ¿Error o acierto?, lo juzgará la historia, pero el precio a pagar por los catalanes y por los españoles que tendremos que contribuir al rescate y a los gastos ocasionados por la situación, será alto.
Sigo preguntando por Artur Mas i Gavarrónota, inhabilitado para cargo público desde 2017 y condenado por desobediencia al Tribunal Constitucional y prevaricación como consecuencia del episodio político conocido como consulta del 9-N; a él se debe gran parte de esta historia, que nadie lo olvide.
Por todo lo anterior, el Consejo de Ministros ha decidido la destitución de Carles Puigdemont y de todo el Govern de la Generalitat de Cataluña, así como la del director general de la policía, Pere Soler; la del secretario general del departamento de Interior, César Puig; y las de los delegadosdel Govern en Madrid y Bruselas. Así lo ha hecho saber el presidente delGobierno, Mariano Rajoy, quien ha convocado elecciones autonómicas para el próximo 21 de diciembre y ha recurrido ante el Tribunal Constitucional la declaración de independencia aprobada este viernes en el Parlament. Con la publicación de estas medidas en el Boletín Oficial delEstado (BOE) entrarán en vigor.
En palabras del presidente del Gobierno: "Respondemos a unas decisiones que pretenden imponer un secuestro inadmisible a los catalanes y el hurto de una parte de su territorio al conjunto de los españoles"... "El Estado dispone de medios suficientes para, de forma pacífica y moderada, recuperar la normalidad legal y disolver las amenazas que están volcando sobre la convivencia", subrayando "la necesidad de "convocar cuanto antes elecciones libres, limpias y legales que puedan restaurar la democracia en la comunidad autónoma".
Tal vez demasiado pronto llegan estas elecciones, pero acallan con esta convocatoria a muchas voces que coreaban la palabra libertad, poniendo fin a la represión de gran parte del pueblo catalán que ha sufrido mal trato ( de palabra, de imposiciones, de limitaciones, de represalias, de miedo) por parte de los independentistas. Es momento de dejar de señalar con el dedo, de poner en practica la calma, la reflexión y el respeto.