26.01.2019. Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Como ya viene siendo habitual, desde hace mucho tiempo, mucha son las familias que ven en los animales de compañías un juguete en manos de sus hijos, especialmente cuando llegan las fiestas de consumo desbordado. Frases típicas como: “mamá, quiero un perrito”, “papá, te prometo que yo lo saco a pasear”, son caprichos humanos que pueden costarles muy caros a las futuras mascotas de compañías. En realidad que son los animales de compañía: ¿Familias o juguetes? ¿Compañeros o caprichos? ¿Colegas o estorbos? ¿Amigos o problemas? ¿Magias o antojos? Hay que tener en cuenta que los animales de compañía son seres que sienten, sufren, gozan, aman y necesitan del afecto humano para su completo desarrollo. Un animal es una vida, y con la vida no se juega. No podemos olvidar, que esos animalitos que muchas veces son adoptados desde una temprana edad, también sienten y padecen y que la mayor ventaja es que ellos no sólo reciben; sino que también dan, y mucho, y lo hacen desde el primer día que llegan a su nuevo hogar para convertirse en un miembro más de la familia.
Ni que decir tiene, que un animal no es ningún capricho ni un juguete que se pueda guardar en un armario. Por lo tanto la decisión de adoptar debe ser muy meditada y nunca un capricho o un acto emocional e irreflexivo. Es lo que se denomina tenencia responsable, una de las maneras más eficaces de promover la convivencia de animales y humanos en cualquier entorno, dentro y fuera de la ciudad. Si no hay conciencia, valores, sensibilidad, compromiso y amor, jamás se debería de adoptar un animal, pues desgraciadamente cada año hay cerca de 200.000 mil animales de compañía abandonados en España; según la Asociación Nacional Amigos de los Animales (ANAA).
Según la Declaración Universal de los Derechos de los Animales realizada en 1977 y adoptada posteriormente por la UNESCO y por la ONU, dice su preámbulo que: “todo animal posee derechos; que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y contra los animales; que el reconocimiento por parte de la especie humana de los derechos a la existencia de las otras especies de animales constituye el fundamento de la coexistencia de las especies en el mundo; que el hombre comete genocidio y existe la amenaza de que siga cometiéndolo; que el respeto hacia los animales por el hombre está ligado al respeto de los hombres entre ellos mismos; que la educación debe enseñar, desde la infancia, a observar, comprender, respetar y amar a los animales.” Está declaración en su artículo 6b que “El abandono de un animal es un acto cruel y degradante.”