05.11.2019 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
No me sorprendió nada el debate electoral de este lunes entre los cinco principales candidatos a la Presidencia del Gobierno de España, porque ya llueve sobe mojado, y no vimos nada nuevo bajo el sol, si exceptuamos la solitaria propuesta de Pedro Sánchez de que sea presidente el cabeza de la lista más votada, proposición que, por cierto, fue ignorada por su contrincantes.
En unos momentos en los que se juegan mucho los cinco aspirantes no hubo muchos enfrentamientos entre ellos ni ningún rifi-rafe destacado, por lo que esta reunión resultó un tanto aburrida y anodina.
Creo que ganó el candidato socialista y actual presidente en funciones, que se mostró muy moderado y no entró a debatir agresivamente con Casado ni con Rivera, y creo que hasta disfrutó viendo cómo se tiraban los trastos a la cabeza los líderes de las tres fuerzas conservadoras, que en lugar de dedicar la mayoría del tiempo a criticar la gestión del actual Gobierno, se enfrascaron en dimes y diretes entre ellos y especialmente en duelos muy concretos entre Casado y Abascal, y el líder del PP y el presidente de Ciudadanos, sabedores los tres de que sus respectivas fuerzas políticas bailan en la misma pista y se disputan decenas de miles de votos entre ellos mismos.
Pablo Iglesias, por su parte, estuvo muy dogmático y en lugar de advertir de los peligros de un posible pacto poselectoral entre PP, Cs y Vox, se centró más en reiterar su ofrecimiento al PSOE para gobernar juntos y formar un Ejecutivo para la gran mayoría de la ciudadanía, y anunció su sospecha de un gran pacto entre PSOE y PP.
A mí me gustó la actuación de Abascal, porque el líder de la ultraderecha supo decir cosas que le gusta oír a mucha gente, como la unidad de la patria, y se mostró artificialmente moderado en su respeto a la Constitución y a la necesidad de expulsar de la Generalitat de Cataluña al señor Torra.
Por su parte, Pablo Casado se mostró muy firme con el problema del procès catalán, acercándose a posturas radicales de Vox, porque sabe que puede perder apoyo popular en beneficio de los ultraderechistas, mientras que Rivera fue muy reiterativo en las ya conocidas propuestas de su partido, en un intento desesperado de cortar la hemorragia de apoyos que está sufriendo Cs.
Como colofón, me gustaría decir que los cinco, con sus intervenciones, contentaron a sus seguidores, pero pienso que este debate tan flojito de contenido no va a hacer que muchos ciudadanos cambien su voto de aquí al domingo.
¡Que Dios nos coja confesados, hermanos¡