03.10.2022 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
El sector de la construcción siempre ha sido estigmatizado por muchas razones, la más de las veces, injustamente, principalmente por motivos ideológicos, intereses electoralistas o envidias solapadas. En otras ocasiones, hay que reconocer cierta razón, porque como pasa con cualquier otra actividad económica, también se cometen errores o se hacen las cosas mal. Pero el baremo final siempre es positivo, por una sencilla razón, porque la construcción es vida, nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, haciendo nuestra vida más confortable y digna. Lo fácil es culpabilizarla de todos los males habidos y por haber, lo difícil, es reconocer su aportación decisiva a la riqueza social o al progreso en un territorio determinado.
En estos momentos, en toda la Unión Europea y como no podía ser de otra manera, también en Canarias, el sector de la construcción está en pleno cambio generacional, es decir, los hijos de los impulsores o fundadores de las empresas han tomado el timón, llevando en sus mochilas, mucha preparación académica, técnica o profesional. Teniendo una visión moderna y actualizada del emprendimiento, que aportan con la puesta en marcha de continua innovación, nuevos materiales y tecnologías punteras, además de modernos modelos constructivos.
Estamos construyendo sobre lo construido, es la plasmación real de la economía circular, llamándose reforma, rehabilitación, conservación y mantenimiento, tanto de las edificaciones, como de los espacios públicos. Necesariamente tienen que ir coordinadas estas dos actuaciones, para que tengan un resultado que provoque bienestar social, incorporando urgentemente la eficiencia energética en nuestro viejo y obsoleto parque edificatorio, basándola en la mejora de los procesos de producción y el consumo de energía, principalmente renovables, en menoscabo de combustibles fósiles, con la promoción responsable y la incorporación constante del reciclaje.
Ahora es más importante que nunca la integración generalizada de la accesibilidad universal, no sólo en las entradas, sino en cada vivienda, porque la pirámide de población se ha invertido y la proporción de personas mayores es abundante, por lo que tenemos la obligación de facilitarles una vida cómoda, con el mayor confort posible, sin escatimar nada para conseguirlo, porque se lo merecen, no sólo, por justicia social, sino por deber humano. Además, la digitalización es imprescindible, en un mundo interconectado y de la inmediatez, por lo que tenemos que contar con hogares, oficinas, edificios o inmuebles inteligentes, que sean verdaderos centros de operaciones virtuales para el convivir diario.
La nueva vivienda, la ejecución de las infraestructuras públicas y en general el sector de la construcción, tiene que ser indudablemente sostenible, que es una palabra que se ha convertido en un comodín que se utiliza absolutamente para todo, siendo como la sal, que adereza y da sabor a cualquier plato. Según convenga, pierde su sentido originario, porque cada cual, la lleva a la defensa de sus intereses particulares, ideológicos o partidistas. Simplificando es vivir el presente, asegurando el futuro, sin comprometerlo o hipotecarlo, a las nuevas generaciones. Esto se consigue, con cabeza, diálogo y dejando de lado radicalismos o sectarismos, que sólo provocan crispación e imposibilidad de garantizar el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y mayor calidad de vida ciudadana. Los recursos son escasos y hay que administrarlos eficientemente.
Estamos en pleno cambio revolucionario, con la potenciación de la industria de la construcción, que optimiza los recursos, disminuye riesgos laborales, produce un mayor control y automatización en el proceso constructivo, reduciendo los plazos, teniendo menos pérdidas de material y generando una disminución significativa de residuos, con una calidad en la ejecución verdaderamente admirable. Todo ello significa modernidad, actualización a las demandas del tiempo presente, que es muy exigente, por lo que hay que responder también con madurez, seriedad y competencia. El sector de la construcción está cambiando para bien, haciendo sus deberes y lo que es más importante, aprobándolos.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEDECO